Belén Cortés. DEP.

La espiral de violencia de los menores que mataron a Belén, continúa la inquietud en el centro Marcelo Nessi

Juan Preciado, 18 de marzo de 2025.- El asesinato de la educadora social Belén Cortés  ha destapado un entramado de violencia, abandono institucional y una estructura de protección que no supo contener a unos menores peligrosos.

Mientras la investigación avanza, el centro de medidas judiciales Marcelo Nessi de Badajoz se convierte en un polvorín. Los vigilantes han tenido que usar escudos para repeler los ataques de uno de los jóvenes implicados en el crimen, cuya conducta agresiva sigue en aumento.

«Estoy impactada, decepcionada, con rabia», confiesa una trabajadora del centro, que describe el clima de inseguridad que se vive tras la llegada de los acusados. Entre ellos, el menor que protagoniza estos disturbios, quien ya había escapado en múltiples ocasiones del piso tutelado en Badajoz para refugiarse en casa de su madre en Villafranca de los Barros, una mujer marcada por el consumo de drogas y un entorno de delincuencia.

Una madre que protegió a su hijo fuera de la ley

La madre, que nunca tuvo la custodia del joven, lo acogía cada vez que huía del sistema. «Se escapaba todas las semanas», admite con naturalidad. Al ser cuestionada sobre por qué nunca alertó a las autoridades, su respuesta es inquietante: «¿Cómo voy a llamar yo a la Guardia Civil para que se lo lleven engrilletado y lo encierren?».

Asegura que su hijo se lleva muy bien con ella y que no ha sido una mala influencia, aunque reconoce haberle proporcionado cannabis en varias ocasiones. La relación era confusa, en un equilibrio entre la permisividad y la negación. Pero lo más inquietante es que la mujer aún guarda el teléfono móvil de Belén, la trabajadora asesinada. «No sé si ha sido él o no», responde cuando le preguntan por la participación de su hijo en el crimen.

El padre culpa a la administración

El progenitor del menor también ha dado su testimonio, esta vez señalando a las instituciones. «Tengo un hijo acusado de homicidio, con la vida destrozada, a una mujer muerta, familias rotas… y todo por la ineptitud de la administración», denuncia. Considera que los menores nunca debieron haber sido ubicados en un piso de convivencia sin la supervisión adecuada.

Revuelta en el Marcelo Nessi y un futuro incierto

La situación en el centro de internamiento se ha vuelto explosiva. Uno de los menores ha intentado liderar una revuelta para escapar, mientras los trabajadores lidian con un ambiente de violencia extrema.

El caso de Belén no es solo una tragedia individual, sino el reflejo de un sistema roto. La sociedad se pregunta ahora: ¿quién debe asumir la responsabilidad por los fallos que llevaron a este desenlace fatal? ¿Se podría haber evitado el asesinato?

La investigación sigue en curso, pero la conmoción es no solo palpable sino ya imborrable.