Buda en 3D

El Gran Buda se esfuma de Cáceres por falta de financiación y deja un cruce de reproches políticos

La Fundación Lumbini ha renunciado oficialmente a la compra de los terrenos del Cerro de los Romanos en Cáceres, lo que supone el abandono definitivo del macroproyecto budista que prometía transformar la ciudad en un referente espiritual internacional. Las reacciones no se han hecho esperar: el alcalde Rafael Mateos culpa al anterior gobierno municipal socialista de haber embarrancado la iniciativa, mientras el PSOE acusa al actual equipo y a la Junta de “falta de implicación”.

Un sueño frustrado entre protecciones ambientales y promesas incumplidas

R. DEx, Cáceres, 27 de junio de 2025.- La noticia de que el Gran Buda no se construirá en Cáceres, al menos en los términos previstos, no se ha sorprendido ni mucho ni poco a una ciudad que durante años contempló con cierta expectación e incredulidad el desarrollo de este proyecto turístico, cultural y religioso promovido por la Fundación Lumbini Garden.

El motivo es claro: los promotores no han conseguido la financiación necesaria. Pero el trasfondo político se ha vuelto, como de costumbre, el epicentro del debate.

“Es una decisión empresarial que lamentamos, pero heredamos un proyecto encallado en terrenos protegidos”, ha afirmado el alcalde Rafael Mateos este viernes.

Mateos: “Heredamos un callejón sin salida”

El regidor cacereño ha asegurado que el anterior equipo de gobierno, liderado por Luis Salaya, ofreció a la fundación unos terrenos en el Cerro Arropez con protección ambiental que hacían inviable el desarrollo completo del complejo.

“Lo único que hicieron fue viajar con dinero público y bendecir tierra”, ironizó Mateos al responder a las críticas de la portavoz socialista Belén Fernández, quien le acusó de pasividad y falta de apoyo político al proyecto.
El alcalde reivindicó la postura de su ejecutivo, que —según dijo— “intentó salvar un proyecto que ya estaba muerto” siendo “claros y transparentes con los promotores” desde el primer minuto.

Del macrocomplejo a la estatua: “Todo era un despropósito”

Mateos también arremetió contra la evolución desdibujada del propio proyecto, que inicialmente fue presentado como un ambicioso complejo espiritual y turístico, para luego reducirse —dijo— “a poco más que una estatua”.

Criticó que la cesión de terreno fuera por 10 años, “claramente insuficiente para ejecutar un proyecto de esa magnitud”, y reiteró que su equipo siempre pidió a los promotores que buscaran suelo privado, donde se pudiera desarrollar un plan especial y no estuvieran condicionados por normativas medioambientales.

Sin comunicación formal de la Fundación

Preguntado por si la Fundación Lumbini había informado oficialmente al consistorio de su renuncia, Mateos afirmó que no ha existido comunicación directa alguna, más allá de las informaciones publicadas por los medios.

No obstante, ha recalcado que el Ayuntamiento mantiene su disposición a colaborar “con cualquier iniciativa seria, viable y con respaldo inversor” que quiera instalarse en la ciudad.

COMENTARIO EDITORIAL DEx:

El Buda que no meditó en Cáceres

La imagen del Gran Buda de Cáceres fue durante años más un mantra que un plan: mucha proyección y poca tierra firme. Promesas difusas, cesiones condicionadas, financiación sin concretar y cambios de escala han dejado tras de sí un espejismo de lo que pudo ser.

Pero el problema no es solo la marcha de la Fundación Lumbini. El verdadero debate está en la gestión institucional de los grandes proyectos: o se actúa con rigor desde el minuto uno, o se alimentan castillos de humo.

El Buda no vendrá, pero las responsabilidades tampoco se esfuman. Entre viajes, fotos y ruedas de prensa, se  ha ido otra oportunidad. Y Cáceres, que no necesita iluminaciones orientales, sí merece planificación, transparencia… y menos humo sagrado.

La estatua no se levantará, el complejo no se construirá, el Gran Buda no vendrá. Lo que sí queda en pie es la incapacidad crónica de las administraciones—pasadas y presentes— para gestionar con seriedad un proyecto de envergadura.

Porque lo del Buda no ha sido una renuncia empresarial más: ha sido un monumento a la improvisación, al postureo político y al despilfarro de tiempo y confianza ciudadana. Un proyecto vendido como estratégico, convertido en peregrinación institucional a Nepal y una rica subvención, para acabar encallado en terrenos protegidos por la torpeza de un gobierno socialista, y luego rematado por un PP que, en lugar de enderezarlo, lo dejó languidecer entre excusas, reproches y falta de ambición real.

Que a estas alturas ni siquiera haya existido una comunicación formal por parte de la Fundación Lumbini dice mucho del tipo de relaciones institucionales que ha cultivado este Ayuntamiento. ¿Dónde estaba la Oficina de Captación de Inversiones? ¿Dónde estaba el liderazgo político? ¿Dónde estaba el plan B? Todo un bluf, está claro.

Aquí no ha fallado el budismo: han fallado quienes la dirigen como si bastara con bendecir terrenos, hacerse fotos y repartir culpas. El alcalde dice que todo era un despropósito. Y tiene razón. Pero olvida que él ya lleva un año gobernando y no ha sido capaz de salvar ni la estatua ni explicar nada hasta ahora.

El budismo cree en el desapego. A Cáceres, lo que le urge es apegarse de una vez a la seriedad, la planificación y el respeto por los proyectos que promete.

No necesitamos dioses dorados. Necesitamos verdades sin ambages, realidades palpables. Y gestores que nos hagan presumir de una Cáceres que no merece ni una tomadura de pelo más.