MONAGO: LA CONCIENCIA NO ESTÁ TRANQUILA

El presidente del Gobierno de Extremadura no tiene la conciencia tranquila. Se presentaba el viernes cargado de fotocopias para desmentir lo dicho por Diario Público y, finalmente, se ha visto obligado a utilizar los servicios de paquetería de una empresa, de esas que nos inundan las casas de papeles, para repartir un panfleto que no tiene por dónde cogerse. A los extremeños nos da igual si José Antonio Monago viajó 16 ó 32 veces a Canarias con fondos públicos durante su etapa de senador y si otros más de veinte viajes lo hizo con su dinero, que también es público porque sale de los impuestos de todos. Aquí lo que se tiene que aclarar, y no se ha hecho, es a qué fue a Canarias: a trabajar como senador del PP, que en este caso el dinero lo debería haber puesto el Grupo Parlamentario Popular en la Cámara Alta, o a disfrazarse de corsario y juguetear con una preciosa moza, es decir, con su amiguita.

 

Con independencia del dinero que haya gastado, que en definitiva es lo de menos, lo verdaderamente vergonzoso es que en las redes sociales se hayan difundido fotografías de un presidente autonómico, el extremeño, bebiendo y jugando al gato y al ratón con una jovencita de poco más de veinte años, que es muy guapa y todo lo demás, pero resulta que el cazador no estaba libre. No estaba ni está libre de pecado. De ahí los panfletos del PP llenando los buzones extremeños, en los que se cuenta la milonga de que Extremadura va bien y se ataca sin medida al PSOE, como si Guillermo Fernández Vara se hubiese ido a Canarias a pasárselo de vicio con la niña de las fotos, que está muy buena, sí, pero que no olvidemos era la amiguita de José Antonio Monago, ese prohombre que ha reducido el paro, ha creado empleo, no ha sido corrupto, no hay quien le calle, y todo viene por culpa de Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, y su muñeco Pedro Sánchez, secretario general del PSOE.

 

¡Anda ya, hombre!, que no nos hemos caído de un guindo. Hace unos días escribí que a José Antonio Monago le puede la soberbia, la prepotencia, y esto es malo para un político que asegura se le ha hecho daño a él y a su familia. Si reposara las comidas y no convirtiese todo lo que toca en hiel, se daría cuenta de una cosa elemental: que se ha equivocado. Todos nos hemos dejado llevar en alguna ocasión por una fantasía sexual; otra cosa bien distinta es que la hayamos materializado con dinero púbico. Es inimaginable que un extremeño se presentase en  el Senado y dijera: mire usted, señor Letrado Mayor, que vengo a que me certifique el dinero gastado en un viaje a Canarias, porque de lo contrario mi mujer no me deja entrar en casa. Eso sólo lo puede hacer quien tiene poder y punto.

 

El presidente del Gobierno de Extremadura, que tantos pinrreles tiene para otras cosas, debiera dejar la soberbia que le corroe las entrañas a un lado y ser más humilde, pidiendo perdón a todos los extremeños por hacernos salir en todos los medios de comunicación a nivel nacional para explicar lo inexplicable. Debería, al tiempo, someterse a una cuestión de confianza en el Parlamento extremeño, porque, si no ha mentido como dice él y el panfleto buzoneado, no tiene nada que temer: convencerá a sus socios de Izquierda Unida en un periquete. Pero no, ni moción de confianza ni cambios para las próximas elecciones: piensa presentarse de nuevo como candidato del Partido Popular en 2015. Pues que sepa que yo no hago más el tonto y que no cuente ni con mi voto ni con el voto de los afiliados al PP a los que pueda convencer.

 

Además, el panfleto de marras es un insulto para toda la profesión periodística extremeña y para todos los medios de comunicación de la Comunidad Autónoma Extremeña, en particular, y los nacionales, en general. ¿Tiene usted queja del trato informativo que se le ha dado? Todos los periodistas recogieron fielmente sus explicaciones, pero usted no quiso soltar ni un folio del Letrado Mayor del Senado. Tuvimos que difundir sus palabras, cargadas de altanería, sin pruebas irrefutables de su inocencia.

 

Señor Monago, haga un favor a los extremeños y váyase para casa. Total que más le da, si ya ha conseguido un despachito oficial, coche, escolta y sueldo de presidente hasta que se muera. Si fuera consecuente consigo mismo, volvería con sus compañeros al Parque de Bomberos de la Diputación Provincial de Badajoz, a apagar el fuego que usted mismo ha causado. Aquí el incendiario no ha sido el Diario Público, que ha cumplido con su labor de informar; el incendiario ha sido usted con tanto viajecito a Canarias.

 

Y, para finalizar, por ahora, un ruego: no nos llenen los buzones de propaganda sesgada y partidista, que bastante papeles tiramos ya al cabo del día de los supermercados, grandes superficies y pobres albañiles, fontaneros y pintores, a cada cual más barato, que ofrecen sus servicios en A,B o C; el caso es buscarse el chusco. Otros lo tienen más sencillo: se van a Canarias medio centenar de veces a ver a su amiguita y aquí Dios y después gloria bendita.