DOS CORBATAS Y UNA VIRGEN

El mismo día veíamos a los dirigentes políticos regionales, Vara, Monago y Jaén, descorbatados en la Universidad en un acto académico que, como bien ha recordado un día más tarde Pablo Iglesias también en sede académica no es un mitin, una rueda de prensa, o un acto de partido, lástima de don Pablo que se pone la corbata para ir a los premios Goya y no respeta a sus alumnos compareciendo ante ellos con un más viejo que nuevo jersey.

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Y digo yo: ¿Qué le ha hecho la industria de los corbateros a los políticos? ¿No les preocupan sus puestos de trabajo? ¿Acaso no es un sector comercial productivo? Lo más horrible es esa costumbre de ponerse el traje, cortado para llevar corbata, sin ella. Y sin tener la pulcritud rural española de abrocharse el último botón de la camisa, que es una solución, pero ya se sabe que entonces alguno se puede ahogar, de bien criado que está. Porque la misión de la corbata, además de estilizar la figura, sobre todo cuando esta curvea, era ocultar bajo su nudo el botón desabrochado que daba aire y respiración al interesado. El especialista en este arte era el antiguo Consejero de Turismo y digo sólo de turismo porque de Fomento, fomentó poco, que a todo el mundo decía que no tenía con qué, no se sabe si dinero para licitar o cabeza para inventar soluciones. Lo que si aprendió es a llevar la corbata baja, de lado y con el botón de la camisa desabrochado, es difícil encontrar una foto suya sin esta guisa.

 

Sin embargo, horas más tarde Vara y Monago, Jaén declinó el asunto, se pudieron la corbata para cargar con la Santísima Virgen de la Montaña, Patrona de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Cáceres, solar de la Nobleza de Castilla. Por la mañana desmerecen a la comunidad académica y por la tarde ejercen de católicos romanos practicantes y confunden su posición política con sus respetables creencias personales, que algunos lo llevan muy contadito, para hacer una buena cuaresma, primero al carnaval de Tenerife, a bailar la conga… eso el domingo a la Santa Misa de doce en la Santa Iglesia Catedral de Badajoz.

 

Yo, sin desmerecer creencia alguna, siquiera las mías y sin faltar a dogma alguno, no entiendo como una Alcaldesa Presidenta, en un Estado aconfesional, que no laico, pero ajeno a las creencias religiosas le entregue el bastón de mando a una imagen religiosa en un traspaso de autoridad que excede en todo en sus competencias municipales. Puedo entender que ejerza de creyente católico romano como cualquiera, pero el Alcalde no puede tener religión y menos conciliar la presencia de los máximos responsables del Estado en la Comunidad para ir bajo las andas de la Santa Virgen, que no es casualidad, vamos, que se juntasen todos a rezar el Santo Rosario. La presencia de unidades militares en actos religiosos, siempre que sean servicios voluntarios, tiene un posicionamiento que excede ya de ese componente y trasciende a la circunstancia cultural o turística, debe ser preservada, la de las autoridades entregando el mando no. Y no por respeto a aquellos ciudadanos que tienen otra religión o creencia.

 

La verdad es que siendo Católico Apostólico y Romano sin duda cada vez estoy más alejado, de esta pasión iconoclasta que a veces peca casi de idolatría como bien estimaron los cristianos reformados y protestantes en su momento.  Por si fuese poco en España hemos hecho de la imaginería marital de Nuestro Señor una verdadera competición: que la más bonita, que las más guapa, que la de tu pueblo es fea, que menudo nombre, que pena penita pena de sobriedad francesa: Notre Dame de Paris, Notre Dame de Reims, Notre Dame de Orleans… se acabó la competición y los excesos, que en el Rocío tiene respetuosamente pero desgraciadamente en mi opinión su mejor ejemplo.

 

Otro día hablaremos de joyas, oros, platas y diamantes, tan necesarios para otros menesteres y de los que tanto cuesta desprenderse… ¿acaso Nuestra Señora de Cáceres es menos Señora y menos Virgen por tener una docena más o menos de mantos ricamente adornados?  Los comedores de Cáritas, también Católicos Romanos, dan ellos solitos la respuesta.

 

José García Albarrán, especializado en análisis de política autonómica