DONDE REINA EL OLVIDO

Me citaron para una prueba rutinaria, dentro de uno de esos programas de prevención
que afortunadamente tan bien funcionan, y allá que me fui a la hora señalada.

El hospital estaba lleno de mujeres que iban a hacerse las mismas pruebas que yo. Di las
horas y me senté en un asiento a esperar que llegara mi vez. Pero entonces una de ellas,
a la que acompañaba su marido, y que había estado observándome detenidamente, dijo
en voz alta:

-«¿Tu eres la Carmen Heras, verdad?»- Y cuando asentí sonriendo, levemente azorada al
sentirme objeto de atención de todos, añadió muy satisfecha : – «…ya me parecía a mí».
Bueno, pues desde ese punto, y no me digan ustedes cómo, empezamos a hablar de
perros y de las caquitas de los perros y de los dueños de los perros que no se ocupan de
los excrementos de sus animales en los barrios de nuestra ciudad. Y de…

Yo les conté, que cuando estábamos dirigiendo el ayuntamiento preparamos con Conyser,
la empresa encargada de la limpieza de Cáceres, una campaña de publicidad sobre lo
necesario de colaborar entre todos en estos menesteres, por higiene ciudadana y por
estética. Muchos operarios de jardines se quejaban, y con razón, de lo incómodo y
peligroso de sentir saltar hasta los ojos las cacas perrunas escondidas, cuando
arreglaban el césped de un determinado parque. Con lo fácil qué hubiera sido, y es, que
cada dueño se preocupe de lo suyo. Conyser hasta colocó expendedores de bolsas de
plástico en las calles para quienes (en algún momento) hubieran olvidado en casa la suya,
pero curiosamente aquellas desaparecían rápidamente y la empresa no daba «abasto» a
reponerlas… Y las cacas seguían apareciendo. Y siguen. Por lo que contaban.

La corriente de complicidad en la sala estaba conseguida, todos hablábamos al tiempo y
de seguro que así hubiéramos seguido hasta hoy (jajaja) si no hubiera salido el
profesional a decir el nombre de la siguiente para el examen médico…

Cuento la anécdota porque me gustó la emotividad y la empatía. Tiene Cáceres estos
contrastes. La frialdad educada de unos junto la espontaneidad de otros. Supongo que
como todas las ciudades de análogas características, en las que la sangre fluye poderosa
no por donde dicen algunos historiadores, sino por las venas de los menestrales, como en
tantas otras épocas. La historia viva.

Cáceres se ha nutrido para bien de gentes que vinieron de otros lugares acá y se
asentaron. Muchos de los apellidos ilustres cacereños son de fuera de aquí. Llegaron y,
además de atender sus negocios y hacer que florecieran, ayudaron a la vida económica y
social cacereña en ocasiones con mayor eficacia que los oriundos. No lo digo yo, lo
explican las crónicas locales. Y los estudios e investigaciones de los expertos,
presentados en Congresos y libros. Tiene Caceres una deuda pendiente con muchos. Y
algún día debiera empezar a pagarla.