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DAOS PRISAS EN MORIR ANTES QUE MALVIVIR…

OPINIÓN
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Nunca
hubiere político tan desafortunado como el japonés de Finanzas,
Taso Aso, quien instó a los mayores de su país a “darse prisa y
morir” para dejar de gastar dinero en Sanidad. El ministro tiene
72 años y sus palabras provocaron un auténtico terremoto en un país
en el que más del veinte de la población tiene más de 60 años y
los ancianos son respetados y venerados. Aso se mostró contrario, a
finales de enero, a las técnicas de reanimación y tratamientos para
prolongar la vida, y afirmó que hay personas a las que se les obliga
a vivir, cuando lo que quieren es morir, y se refirió a los mayores
dependientes como “gente tubo”. Hace unos años se preguntaba por
qué tenía él que pagar a los mayores de 65 y 70 años, que no
dejaban de ir al médico y gastar en Sanidad.


Lejos
de sorprendernos por tales declaraciones, son cada día más los
españoles que van asumiendo que, aun sin eutanasia legalizada, no es
algo que nuestros políticos nos vayan a pedir, sin decirlo, de aquí
a poco, al negar la asistencia a los dependientes; al subir el copago
de los medicamentos a quienes los necesitan; a no subir las
pensiones, sino a bajarlas sin proclamarlo; a retirar cada día más
medicamentos de la lista de la Seguridad Social; a dejar abandonados
a los ancianos que, aun siendo de siempre la veneración de sus hijos
y maestros para todos, son considerados hoy, un estorbo, o al menos
una carga insufrible para las arcas de la Seguridad Social.


Quienes
así piensan, y lo proclaman, y quienes lo niegan, parecen ignorar
que la esperanza de vida sube en España, sobre todo entre la
población femenina, a la vez que se desboca la cifra de parados, lo
que acorta el número de cotizantes para sostener a una población
cada día más necesitada de asistencia. Los políticos y banqueros
también nos están costando un ojo de la cara; pero ellos, a lo
suyo: con el pueblo para seguir y sin el pueblo para seguir
forrándose; sin embargo, a ellos nadie les pide que se mueran para
acabar con una lacra que se extiende como una mancha de aceite,
porque la eutanasia está prohibida, aunque se puede ejecutar
cortando el grifo que más duele a quienes lo necesitan. La medicina
que ellos necesitaren, la recomiendan para los demás. “Daos prisa
en morir antes de que os quitemos la vida sin que os enteréis…”,
parecen decir quienes más gasto producen a las arcas públicas y no
dan a cambio beneficio alguno. Predicando la muerte con la boca chica
y la vida con la grande…


Todo
el mundo conviene en afirmar en que es mejor morir cuando se es
dependiente y se ha perdido la calidad de vida: por uno mismo y por
los demás; pero de ahí a solicitar la muerte para ahorrar, va un
trecho muy atrevido y largo. El futuro que nos ofrecen no es ya la
vida, sino la muerte. Hubo generaciones perdidas por las guerras, y
hay, hoy, otra generación perdida en tiempos de paz, la que huye
buscando la vida lejos de su tierra; quienes se resignan a seguir
viviendo en ella confiando en unos regidores por ellos electos que no
merecieren vivir si dijeren todos los días, como el japonés: daos
prisa en morir antes que malvivir… Ese es el futuro que os espera;
y no os quejéis aunque os subamos el copago, porque solo son unos
céntimos, y no os enviemos al banco lo que pagasteis de más ni a
casa la tarjeta sanitaria que necesitáis…, porque vais a morir de
todas formas.



Teófila
López Carrero hubiere cumplido hoy cien años, de los cuales más de
cincuenta los pasó lejos de su tierra. Nunca deseó morir. Aun en
sillas de ruedas y sin reconocer ya ni a sus hijas, rezaba y cantaba
sin parar; pero falleció en Madrid el día 26 de enero, a punto de
su centenario. Gumi, Ceci, Charo y sus nietos, nunca la olvidarán,
porque estuvieron a su lado hasta el final. Ahora, solo la fe y sus
hijos sostendrán también su vida hasta que les llegue la hora.


Extremadura
se va poblando de centenarios mientras la juventud desaparece y el
despoblamiento se acrecienta. Solo las grullas les acompañarán en
su último viaje en la tierra. Mientras, los políticos se ponen las
máscaras de carnaval y solo se atreven a decir que ellos no saben
nada…, ni de la tierra y menos aún del cielo, hoy, cuando este nos
recuerda que “polvo somos y en polvo nos hemos de convertir”.



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