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DE LA SARTÉN A LAS BRASAS

OPINIÓN
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Uno
ya no sabe qué es peor; que si lo que pone en los famosos papeles
de Bárcenas sea verdad, o que no lo sea. Porque de ser verdad,
indicaría que ha habido una gran cantidad de gente que se ha
aprovechado de su cargo, y si no lo es, y yo pienso que no, porque
parece bastante burda la supuesta contabilidad, el que alguien “haya
colado” algo, ya sea por venganza ( los asesinatos y delitos en su
mayoría siempre lo cometen personas del entorno de la víctima) o
para crear un ambiente que derribe la credibilidad del gobierno,
conscientes de aquello de “calumnia que algo queda”, también es
preocupante, porque muestra fuerzas ocultas que manipulan a la
ciudadanía, ya muy sensible ante problemas terribles como el paro,
y los recortes en sanidad u otros servicios, propensa a la
indignación y al desconcierto y que se aprovechan de una situación
de necesidad. Pero ya se sabe que a río revuelto, ganancia de
pescadores, y hay gente que piensa aquello de que la “caridad
empieza por uno mismo y…acaba en uno mismo” y a los demás que
les den. En un momento como el actual en el que como muy sabiamente
decía S. Juan de la Cruz (hay quien se lo adjudica a s. Ignacio de
Loyola) ; “En tiempo de tribulación, no hacer mudanza”, una cosa
como esta no puede ser más letal. Provocar una caída o desprestigio
del Gobierno, en estos momentos es un acto cruel, que nos afecta a
todos, porque se pierde credibilidad, no de la clase política, que
está por los suelos, sino de España.


Es
evidente que tras el inicio de la democracia, estamos viviendo el
final de una época y el comienzo de otra. Se están revisando muchas
cosas pero no deja de sorprenderme la agresividad con la que
reaccionan algunas personas, aunque espero que de todas estas
movidas saldrá algo distinto y mejor y se corregirán algunas cosas
que se han ido acumulando y convirtiéndose en casi normales,
amparadas por la pasividad general. Temas como el de los desahucios,
en los que además de perder todo el dinero que hayas dado y que te
quiten el piso, tengas que seguir pagando, es cuando menos
surrealista por no llamarle un atraco, si el bien adquirido ha
perdido valor, el riesgo es tuyo que lo valoraste, no se lo cargues a
otro. Vuelve a la mente de muchos la vieja idea del igualitarismo de
todos los ciudadanos, que está en el fondo del desprestigio de la
clase política, en muchas ocasiones injusto, pero que desean que el
político sea un ciudadano más, que sustenta una representación de
aquellos que le han votado. Y que trae a la mente las palabras
de los Comuneros a CarlosV ; “Nuestro mercenario es, e por esta
causa asaz sus súbditos le dan parte de sus frutos e ganancias
suyas, e le sirven con sus personas todas las veces que son llamados”
Idea teóricamente excelente que nos llevaría a que lo mejor
serían listas abiertas. En realidad esto que parece lo ideal, ya que
el diputado se debería a sus electores no a su partido, se
convertiría en algo ingobernable y sobre todo mucho más manipulable
de lo que parece. ¿Quién conoce a los que se presentan? Si se
pregunta, la mayoría de la gente, y yo me incluyo, sobre quienes son
los gobernantes de la Comunidad de Extremadura, seguramente sabrán
decir que es el PP, y que el presidente es el sr. Monago, puede que
incluso algunos ni eso, (pese a lo que parezca, hagan la prueba, y se
sorprenderán). Y ya meternos en el tema de los consejeros, o del
presidente de la Asamblea, es de nota. Y no digamos de los diputados.
Los que ya hemos cumplido unos cuantos años y hemos sido
protagonistas de elecciones de todo tipo, sabemos cómo se
confeccionan algunas listas, incluso siendo nominativas. Se tiene la
experiencia de las elecciones para senadores, (Cámara a la que se le
ha querido dar un sentido de representación autonómica, casi con
una idea federalista, pero que carece en el concepto, de casi todos
los españoles, de sentido, porque ya hay Parlamentos autonómicos y
el Senado constituye un gasto prescindible) que aunque es nominativo,
de modo general se sigue votando a un partido ya que se desconoce a
la mayoría de la gente.


Pero
el problema de todo esto es la desorientación y ansiedad que
provoca en la ciudadanía. Al que se une el descrédito de los Medios
de Comunicación, que en general contaban con la credibilidad de sus
lectores, que se alineaban ideológicamente con unas cabeceras o con
otras, pero de los que visto lo visto, ya no se fían de que no los
estén manipulando. 



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