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Ahora, en tiempo de Cuaresma, comemos en muchos pueblos de la Raia/Raya luso-española, el “buche”. Una mezcla de costillas, orejas, lengua, rabo, tripas… de cerdo, que -condimentada con pimentón rojo- se introduce en el buche del animal sacrificado; bien atada la tripa, se pone a secar durante unos días.

[Img #25321]

Hay
muchas formas de preparar este suculento, nutritivo y bastante
potente manjar. Muchos lo prefieren con coles, otros con sopa de pan
espeso, o con garbanzos…, pero a mí me gusta simplemente cocido,
sin otro aditamento, puesto en la olla tras quitar la piel
envolvente, hasta que se reblandece.


[Img #25322]

Una
comida tan rotunda, propia de campesinos que gastan abundantes
energías en el duro trabajo de las faenas agro-ganaderas, ligada a
las matanzas familiares de esos tiempos que ya se nos escapan, exige
buen estómago y ganas de hacer ejercicio para librar después las
calorías acumuladas; al menos un largo paseo que nos libere en parte
del colesterol…


[Img #25323]

En
esta raia/raya nuestra, tan sabia en tantas cosas, y especialmente en
materia culinaria, suele precederse la ingesta del buche con unas
entradas de queso (¡qué maravilla los pequeños queijos alentejanos
o los algo mayores extremeños, de oveja merina, bien curados!) y
aceitunas rajadas o machadas. Los bocados de carne se “suavizan”
con alguna verdura que refresque la garganta, preferiblemente
lechuga/alfase rizada, preparada con aceite, vinagre y sal.


[Img #25324]

Todo
lo anterior se degusta mejor con un buen pan espeso, rústico, de
pueblo, hecho en horno de leña, a la manera antigua, con una miga
bien compacta y corteza resistente. Ese pan que se hacía en los
hornos familiares o comunales para toda la semana e impregnaba de
aroma al pueblo entero.


Para
acabar, unos dulces de la tierra, donde no falte en su composición
la almendra, el huevo, harina de trigo, azúcar, y -a poder ser- unas
ameixas/ciruelas pasas acompañando el biscoito/bizcocho.


[Img #25325]

Todo
ello, claro, hay que “regarlo”. Vino tinto de la Ribera del
Guadiana, las Villuercas, o de la planicie alentejana, contribuyen a
que se “aclare” la garganta. Y para “deshacer” esa especie de
bomba a que el buche se parece, aguardiente/bagaço compartido con un
café cargado -uma bica- o una infusión de hierbas, um chá (yo lo
prefiero de limón/limão).


[Img #25326]

Es
curioso que este producto rayano sea tan poco conocido a media que te
apartas de la zona fronteriza. Y siempre resulta un agradable
hallazgo para aquellos que tienen la suerte de descubrir este pequeño
secreto campesino que en el territorio luso-español, tan herido de
luchas y de confrontaciones, supuso un punto de unión que bien
merecería ser conmemorado con fiestas populares y de hermanamiento.


Comer
con buche. Convivencia alrededor de un buche, con amigos, vecinos,
compañeros, festejando la vida sencilla y tan rica del territorio
compartido en la frontera.


http://moisescayetanorosado.blogspot.com/


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