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Jesús Quintero, un loco muy cuerdo en la colina cacereña

OPINIÓN
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Él se cree loco, porque va a contracorriente de este mundo tan violento y avaro, además está bastante harto de muchos verbos como controlar, amordazar, dominar, sermonear,…que juntos le impiden ser sincero, libre y espontáneo como es él.


En sus comienzos
radiofónicos le apodaron “El loco de la colina” en memoria de
una canción de los Beatles que entonces sonaba mucho, aunque su
verdadero comienzo en el mundo de la comunicación fue pisando las
tablas escénicas, donde él se siente tan a gusto y muy enamorado
del arte de Talía, interpretándose a sí mismo con endiablada
soltura y simpático gracejo sevillano, pero con buena dicción
castellana.


Su ambientación
escénica corroboraba su inicial afición teatral al poner una
batería de candilejas, la concha del apuntador, dos columnas griegas
rojizas y dos cómodos asientos centrales; pero después parecía más
un estudio de radio con varios micros dorados y una pantalla al foro,
donde nos iba presentando fragmentos de sus curiosos perros verdes
(el perro más antiguo de España, un memorión ferrocarrilero o una
stripper poeta), junto con simpáticos “ratones coloraos” como el
simpático Beni de Cádiz o una taciturna y bella multirorgásmica,
entre otros.


A la mitad de la
entretenida función, en la que pidió luz de sala para reconocernos
como “las caras de la crisis”, estaba entre el fervoroso público,
el expresidente Juan Carlos Rz. Ibarra, con deportivo atuendo
fransciscano, más delgado y barbudo de lo habitual, pero tan franco
y espontáneo como su entrevistador, con el que conversó muy sincera
y sensatamente: reivindicando la honorabilidad de la inmensa mayoría
de los políticos, pero lamentando los pocos aciertos del gobierno y
de la inestable oposición que, desde Felipe González, no ha
encontrado a un verdadero líder que lo haga bien. Ël no añora el
poder, pero siente mucho la política y agradece el gran apoyo que le
prestó el pueblo extremeño en sus 24 años de gobierno . Sin
embargo no correspondió a las amables palabras que le dedicó el
día antes a él el actual presidente Monago, el cual también
prodigó una sincera sensatez y talante positivo especialmente en el
apoyo a los jóvenes y parados.


Este sensato loco
logra entretener, durante su hora y media, a un nutrido público que
apenas llenó el patio de butacas, algo menos que el día anterior,
pero que le agradeció algunas anécdotas personales de su madre,
algún chistecillo der la Semana Santa Sevillana, sus certeras y
provocadoras preguntas a curiosos personajes que él ha intuido que
pueden interesar a un público ávido de ciertas sorpresas y de
ameno entretenimiento. El público le agradeció con largos y
cálidos aplausos al veterano showman, al loco más cuerdo que, junto
con don Quijote, hayamos conocido.



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