Hoy he preguntado a un amigo mio ateo, sobre sus recuerdos infantiles de la semana santa, que me explicase el porque siendo tan ateo es tan respetuoso con esto de las procesiones, y me ha contado lo siguiente:
Me ha dicho que la semana santa la recuerda de una forma peculiar, que el era un chaval de los de la cáscara amarga, así era como llamaban a los de su familia. Sus recuerdos son algo oscuros. Lo que unos le recuerda la luz, a otro le recuerda las sombras.
Dice que el era muy niño y nunca supo –según me cuenta- que era eso de la cáscara amarga, en su casa ni se atrevían ha hablar de ello, incluso su abuela le decía que chiton que se callase y que fuese a misa bien limpio arregladito, y hasta le convenció para hacerse monaguillo.
Me contó, de cómo a su abuela LA PELARON AL CERO después de la guerra y la pasearon por el pueblo , por ser casquivana y libertina, por no ir a misa, y ver las procesiones desde el umbral de su puerta, sin ni siquiera vestirse de morado, ni ponerse un cordón amarillo, y por haberse casado con un rojo, aunque mi amigo nunca supo lo que era eso hasta que se hizo mayor, y cuando preguntaba que que era eso, solo escuchaba decir, sssshhhhh callate que te van a escuchar, algun dia este niño nos va a meter un un lio grande, nos va a traer la ruina.
Dice que su abuela en su juventud era una mujer que no se dejaba doblegar y que defendía sus derechos y no consentía a nadie pisar ni uno solo de ellos, le gustaban los mozos la fiesta y el baile, nunca se puso velo, y se besaba con quien le gustaba sin esconderse tras los maizales como hacian las mozas mas castas y recatadas, esas que eran tan proclives a tener sietemesinos; en tiempos de su abuela, las segundas eran señoritas, mientras que las que eran como su abuela eran unos putones.
No es que su abuela no creyera en Dios, que si creía, pero no creía en los curas en las sacristías en las procesiones ni en las beatas, ni en la injusticia de siglos, amparada por sacristías y sotanas, estaba convencida de que opresión y represion de las mujeres se debía en muy buena parte a la iglesia y a los curas,
Pero desde aquel paseo rapada al cero, su abuela ya no fue la misma, ya siempre vistió de negro, excepto en semana santa que lo hacia de morado con un enorme escapulario al final de un cordón amarillo, SE CONVIRTIÓ A LA FÉ; Es increible la capacidad de conviccion que puede tener un rapado al cero.
Jamás dejo ya de asistir a ninguna misa o nóvena , y en la semana santa se encargaba de preparar los avios de la virgen y el nazareno, hasta se le impregno del olor de las velas y a sacristía, y hasta metió de monaguillo a su único nieto, mi amigo Paco el ateo. El olor a cera jamas dejo de acompañarla hasta que la enterraron, o sea que la acompaño hasta el mismisimo camposanto.
Me contaba Paco que en el pueblo la conversion de su abuela unos decían que era por penitencia, otros que por arrepentimiento, pero mi amigo Paco dice que era puro miedo, -y me explicó el olor del miedo-, DICE QUE EL MIEDO HUELE A MIEDO, dice que no se puede explicar, y que solo lo puedes entender cuando lo hueles, y que ese olor te acompaña ya para siempre, Y que la cera de las sacristías huele a miedo, miedo del mas aca, o del mas alla, que a lo visto es aun mas terrible y duradero.
Y estando en esto no pudimos seguir, porque estábamos en la plaza y el santo sepulcro pasaba ya, y tanto mi a amigo como yo guardamos un respetuoso silencio, mi amigo Paco apretando los dientes, y yo dandole una honda calada a mi cigarrillo.
Nos despedimos como siempre con un abrazo , y me dijo al oido, «ala, ahora vas y lo cascas»
Asi que he venido aqui y tal como el me lo ha dicho yo lo he cascao