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POBRES CON PEDIGRÍ

OPINIÓN
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 Los
pobres no son novedad en la trama jerárquica del capitalismo, han existido
siempre por una necesidad de referencias; “el pobre determina los niveles de
riqueza”, curioso pero cierto. La vida perfecta es el complemento entre sol y
sombra. Las sociedades se miden con estos extraños métodos de economía global,
según los cuales es imprescindible la creación de extremos radicales para
operar en el sistema con las completas reglas de la ortodoxia macro económica.
No puede haber un rico si no existe un pobre. Así está montado este glosario de
desaciertos.

 

 

            Sucede
que “el saber está muy repartido”, y las clases menos favorecidas -incluyendo a
la actual clase media- no ha perdido el tiempo y se ha inyectado un protocolo
de conocimientos con avances importantes con respecto a su presencia en los
escalones notorios de la sociedad, de todas las sociedades que se sustancian en
esta fórmula. Los pobres, ahora, tienen pedigrí y eso sí que es una alarmante
novedad para los pudientes. Con excesiva prisa están en la búsqueda de  un antídoto que elimine las ramificaciones de
este elemento que puede acabar con la carga de poder y privilegios tan
graciosamente otorgados por el gran sistema diseñado por ellos mismos.

 

 

            La
lucha de clases, sin ser una moda, está de rabiosa actualidad. Ya se conocen a
quienes están en un lado y los que se mueven en el otro; los avances
tecnológicos nos permiten observar con detalle la nitidez de los grupos que
ejercen fuerza sucia para agrandar la desigualdad y controlar los esquemas y
sus consecuencias. El hueso duro a vencer ha nacido de la nada, de sus propios
errores; no podían existir ricos tan abundantes sin existir pobres enganchados
al progreso y a las utopías, son las leyes naturales quienes crean las
contradicciones: fuerza-flaqueza, calor-frío, poder-sumisión, amor-odio; de
tanto desencanto, la tolerancia de los pobres ha caído en tibieza y se ha
sublevado la ansiedad por dibujar otro mundo mejor. Y en eso estamos, pese a
los inconvenientes que seguirán poniendo los dioses de mercados o otras huestes
de dudosa reputación.


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