Los adolescentes no son conscientes de las repercusiones del alcohololismo en ellos y en sus familias

La Asociación de Alcohólicos Nominativos de Extremadura ha celebrado sus II Jornadas de Puertas Abiertas en las que se ha abordado el alcoholismo en la adolescencia, con la participación de dos psicólogas clínicas que han abordado las repercusiones del alcoholismo en los adolescentes y sus familias.

[Img #27822]En
la jornada ha intervenido Montaña González, psicóloga clínica y colaboradora de
la asociación, que ha abordado la forma en la que el adolescente se encuentra
con el alcohol, así como los riesgos que conlleva.


La
edad en que los adolescentes se acercan al alcohol es bastante baja ya que se
sitúa en los 13,6 años y las mujeres cada vez beben más, ha explicado González,
se acercan al modelo de consumo de los chavales porque antes bebían más en casa
y ahora están cogiendo los patrones de los hombres, al igual que ocurrió con el
tabaco.


También
es preocupante, ha añadido, porque los adolescentes corren muchos riesgos y no
son conscientes de ellos, como repercusiones en la familia que se destroza, en el
rendimiento escolar, violencia, acoso, conductas de riesgo como conducir
bebido, embarazo no deseados, o que puede ser el pasaporte al policonsumo de
otras drogas


A
nivel intelectual si que lo son, ha destacado, porque dicen razonadamente que
el alcohol es malo, pero a la hora de consumirlo no son muy consecuentes porque
en la adolescencia se produce una especie de egocentrismo, y piensan que a
ellos no les va a pasar.


“Yo
controlo”, esta es la frase, ha señalado la psicóloga, y tienen la creencia de
que son invulnerables a todos los males, y ahí está el paso a las conductas de
riesgo.


Cuando
se inician piensan que es una etapa, que se va a pasar, porque después van a ser
mayores y se van a organizar, pero en este tránsito puede llegar el enganche y
la adicción.


Aunque
a la asociación no llegan adolescentes, sí los hay con más de 20 años y estas
personas, según González, han empezado muy jóvenes. 


En
sus testimonios cuentan que el alcohol les servía para desinhibirse, y que de
ahí fueron a más,;o que les servía para olvidarse de los problemas familiares,
que los quita en ese momento pero al día siguiente regresan.


Ha
resaltado que la sociedad lo acepta, y por ello es una tarea de todos,
instituciones, padres, profesionales, escuelas, que deben ponerse acuerdo para
trabajar.


Desde
la asociación, ha añadido, se están llevando a cabo campañas en los institutos
para acercar estos temas a los jóvenes, porque generalmente al que ha caído en
el alcohol se le tapa y a la familia le cuesta dar el paso de llevarlo a una
asociación.

 

Alcohol
y rupturas familiares

 

También
ha intervenido en la jornada Silvia Stretti, psicóloga clínica y colaboradora
de la Federación Madrileña que ha hablado de las repercusiones que tiene en la
familia cuando hay un adolescente alcohólico.


Repercusiones
que en muchos caso llevan a la ruptura familiar porque hay padres que se unen
más ante esta adversidad, pero otros acaban rompiendo, algo de lo que la
sociedad todavía no es consciente porque el alcohol forma parte de ella y está
asumido.


Hya
más conciencia de las consecuencias cuando el alcoholismo afecta a uno de los
miembros de la pareja que cuando se trata de un hijo adolescente.


Según
Sretti al principio no se le da mucha importancia precisamente por este motivo,
y se ve como algo normal, pero cuando ven que no acaba ya empiezan los
problemas y la desesperación, es como un “terremoto” que produce mucha
culpabilidad.


Los
padres empiezan entonces a preguntarse si habrán hecho algo mal, si son
responsables, ya que todo el mundo bebe, pero no todos consumen otras drogas.


Y
cuando entra en tratamiento, ha añadido, implica también una serie de cambios
para la familia, desconfianza, temores, no saben muy bien que hacer tampoco.


Ha
explicado que a las asociaciones y consultas cada vez más padres traen a sus
hijos con 13 ó 16 años que son alcohólicos, y a los padres les cuesta
reconocerlo por ese sentimiento de culpabilidad, y a los hijos también porque
se preguntan que hacen si salen y no beben.


Por
ello cuando los hijos están llegando a la edad en que se inicia el consumo,
Stretti ha señalado que los padres tienen que dialogar, no tratar de imponer o
prohibir, sino hablar con ellos para escuchar sus dudas e inquietudes.


Los
chavales empiezan a salir y sufren la «presión» del grupo, y si tiene
confianza con sus padres para contárselo, los padres debe dialogar para que
encuentre sus propias  respuestas y pueda
sentirse más fuerte frente a esas presiones.