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LOS OTROS “GRAN HERMANO”.

OPINIÓN
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Profético
estuvo Orwell
  en su novela “1984”,
publicada en 1949, vaticinando una sociedad espiada, e incluso,
 hablando de la neolengua, que definiría el
lenguaje, políticamente correcto. Algo que ya sufrimos los españoles durante
unos años, con aquellos esperpentos de “compañeras y compañeros”, y demás
perlas académicas, que nos dejaron algunas ministras de la época zapateril.
Pero aquello no se acabó, y aún seguimos aborreciendo socialmente, ciertas
expresiones que se han agrupado en la consideración de ; “machistas, racistas,
fascistas” y un largo etc. Pero de lo que no cabe duda, en la actualidad, es
que estamos vigilados.
  Es la nueva
versión de la vieja del visillo, que espía a la vecindad, desde su mundo
oculto. Las cámaras colocadas en las calles y establecimientos,
   pueden
hundir la reputación social de cualquiera que se lo propongan, y no sólo
sabiendo las compañías y lugares que frecuenta un personaje público, sino hasta
publicando escenas poco
  honrosas, en las
que se afanan con el dedo en la nariz, en un semáforo, para ver si pescan algo,
y cuya publicación en esta sociedad hipócrita, (porque lo hacemos todos)
serviría para hundir su imagen y
 
reputación,  y por supuesto, su
vida política.

 

Ha
salido a la luz, que el Gobierno de EEUU, tiene programas de vigilancia masiva
de las comunicaciones de los ciudadanos, y lo consideran un gran escándalo que
afecta a la privacidad individual. Pero día a día, y de modo más burdo, estamos
siendo espiados y “vendidos” a diversas compañías comerciales. Los llamados
estudios de mercado se han convertido, en realidad, en el análisis, tras una
compra de datos, de las preferencias de cada uno de nosotros. Cuando pasamos
nuestra tarjeta de crédito por un lector, para abonar una compra o un servicio,
nuestra  compra ha sido diseccionada, y
esos datos se envían; a una bodega  si
hemos comprado vinos, a una empresa de piensos de mascotas  si eran elementos para estos lo que hemos
adquirido,  o a cualquier otra que tenga
relación con nuestras adquisiciones.  Pero
no solamente  es esto, nuestros perfiles  de facebook, o twitter, nuestros  gustos, tanto políticos  como personales, acabarán en manos de quien
puede manipularlos, y sacar algún beneficio de ello. Me ha sorprendido que en
la nueva guía telefónica, que me han entregado, el volumen se ha reducido  a la tercera parte. ¿Tantos se han dado de
baja del número telefónico fijo? Miro y no aparezco en ella, pese a disponer de
uno de ellos. ¿Política de privacidad? Pero no importa que estés o no,  hoy puede encontrarse  tu dirección y número en internet, basta
buscar. Quienes lo han encontrado, y necesitaríamos una normativa para acabar
con sus abusos, son los propietarios de esos números telefónicos spam, de los
que tengo apuntados una larga lista , para no cogerlos cuando suenan, (pero es
lo mismo, los cambian con frecuencia), 
que llaman a cualquier hora y varias veces al día y  sobre los que se debería poder actuar contra
ellos, pero cada vez que se les ocurre regular, a nuestros políticos un tema,
se me ponen los pelos de punta, ya que cuanto más prohibiciones y regulaciones hacen,
más cierran el corralito de nuestra libertad.

 

Pero
quizás lo que más me ha sorprendido es lo de los famosos “cookies” de internet,
que “pensando en tu interés” clasifican las páginas más habituales que cada uno
visita, para luego poder ofrecerle los anuncios que  “puedan serle  útiles·. Así es que ya sabe, si le salen de
modo espontáneo los anuncios de los “putisclubs” más cercanos a su lugar de
residencia, es que están enterados de las webs que visita con frecuencia.

 

Y
es que  internet sabe de nosotros mucho
más que la madre que nos parió. La diferencia es que ella, lo utilizaba para
ayudarnos, y él, para ver cómo nos saca los pocos euros que nos quedan.


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