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Mario Gas: “El teatro es una manera de narrar en vivo hechos que nos afectan”

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Cercano, amable y sincero. Así ha sido Mario Gas con Digital Extremadura (DEx), que le ha entrevistado con motivo de su participación en ‘Julio César’, espectáculo incluido dentro de la programación de la 59º edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida.

[Img #28974]¿Cómo describiría a su personaje Julio
César?

 

Julio César
es un personaje emblemático y paradigmático en la obra, porque se habla de él,
aparece, se le elimina y se sigue hablando de él. Por tanto, marca todo el
conflicto.

 

Es un
personaje que está a caballo entre la realidad histórica y la reelaboración de Shakespeare,
como alguien que tiene el poder absoluto, un hombre que en principio lo quiere
todo para el pueblo, pero parece que se está decantando hacia volver a decantar
el poder hacia una enorme personalización, e incluso instaurar una cierta
monarquía, lo que pone en aviso a todos los republicanos, que se ponen de
acuerdo para hacer un complot y eliminarlo.

 

Entonces, es
un personaje que en pocas escenas tiene que dar la presencia de gran autoridad
en sí misma, a la vez de presentar una fragilidad humana porque está temeroso
de ir al Senado por si las predilecciones son verdad. Y al final hay que ver a
un personaje muy seguro de sí mismo, inexpugnable, inalterable, con ciertas
reminiscencias un poco tiránicas de no dejar a nadie, que le conduce a la
desaparición absoluta cuando lo eliminan.

 

En esas pocas
escenas lo tienes que dar todo, y como tienes poco tiempo de desarrollo ahí
radica la dificultad del personaje.

 

¿Cree que el teatro debe ser un
instrumento para levantar la voz frente a las injusticias?

 

Cuando
alguien dice que ‘una cosa es el teatro y otra la ideología’ está haciendo
ideología. El teatro es una manera de narrar en vivo hechos que nos afectan,
que nos preocupan, que nos ocupan, que no tenemos resueltos como seres humanos
y sociales.

 

Yo no digo
que en esta sociedad tan realmente sofisticada sirva para mazazos muy totales,
pero sí para concienciar a la gente en dos aspectos. Primero, es un
entretenimiento muy ligado al alma humana, pero un entretenimiento muy sano que
te hace reconocerte a ti mismo, que te hace emocionar, que te hace sentir, que
te hace reflexionar…

 

De ahí a que
ante las situaciones de injusticias el teatro hable alto, claro y tenga una
posición ideológica (que es la reflexión entre lo que ocurre) es de cajón, y
quien no lo quiera reconocer es que está muy interesado en no reconocerlo y en
enviar al rincón del puro entretenimiento nocivo a la gente y al teatro. Qué
todas las maldiciones caigan sobre ellos (risas).

 

¿Qué obra de teatro le gustaría
dirigir? ¿Por qué?

 

No soy muy
dado a este tipo de cosas. Además, las obras flotan por ahí, en un momento
piensas en una, y la hace otro director…

 

Toda aquella
obra que presente un conflicto entre los seres humanos, toda obra que tenga
algo que explicar sobre este aspecto y con cierta tendencia a estar siempre de
parte del tipo de gente a la que se le arrebata el poder disfrutar de la vida,
me puede fascinar, siempre que haya conflictos que resolver y seres humanos de
carne y hueso metidos ahí encima.

 

Hay tantas
obras sobre las que establecer un buen trabajo que no tengo muchas preferencias,
y las que tengo me las callo por si alguien me las quiere robar (risas).

 

¿Qué significa para usted recibir seis
galardones en la XVI edición de los Premios Max por su musical ‘Follies’?

 

Primero hay
que decir que el galardón es sinónimo de que alguien te quiere, y con lo cual a
quién no le gusta que alguien le quiera.

 

Es una
sensación de que alguien te valora y está atento a tu trabajo. Eso es bueno
porque te reconforta, pero eso no da derecho a creer nada, porque al día
siguiente el premio desaparece y tú sigues siendo una persona que intenta
explicar cosas.

 

En el caso de
‘Follies’ significó un broche entrañable al final de toda una etapa al frente
del teatro español y un reconocimiento a un gran trabajo colectivo que hicimos
con ese espectáculo.

 

Con qué se queda: ¿interpretación o
dirección?

 

Es algo
indisoluble. El hecho de que yo he dirigido mucho más que he actuado no
significa que tire más por una cosa u otra. Me gusta mucho dirigir, y de actuar
hay aspectos que me gustan mucho y he hecho menos.

 

Creo que es
muy importante para un director conocer de primera mano las sensaciones de un
actor cuando se enfrenta a la creación de un personaje.

 

Por lo tanto,
me gusta mucho interpretar, y a la vez me ha servido después en mi trabajo como
director para entender al actor y no comunicarme desde fuera con ellos.


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