Oímos cada comentario de la nueva ley de caza que nos ponen en un grito. Pero ¿la ha leído usted? No, ni pienso. Llevo toda la vida leyendo leyes y reglamentos, y no acabamos nunca. Lo que haya de ser, será; pero conocidos y amigos nos comentan esto y aquello. Unos dicen que mejor, pero otros el grito en el cielo. Que si quieren acabar con el cazador tipo, que si no hay más que sociedades de pueblos en cuyos cotos locales no hay nada, y por otro lado caza intensiva todo el año. A lo que estamos: a recaudar.
Me cuenta D. que los planes cinegéticos son demenciales. Para cazar
quince perdices/temporada en determinado
coto se supone que hay allí no sé cuántas. Una locura. Y son cazadores los que
han hecho la ley …que antes se achacaba el desconcierto a que las hacían gentes
que de caza ni mu. ¿Por dónde tiramos ahora?
Bueno, cansado, rendido y desarmado,
dejo el asunto en buenas manos y ojalá todo sea un mero mal augurio. Pero la
recuperación no se ve en lontananza. Cacemos y vivamos…que mañana moriremos. Ya
estamos, como el que dice, en danza:
agosto a la vuelta de la esquina y la media veda a un tiro de piedra. Una
novedad magnífica: se podrá cazar de nuevo la codorniz al salto, como
antiguamente, con perro de muestra: una caza maravillosa que practicamos en los
regadíos de Holguera y Riolobos, allá por los setenta. Si pudiéramos ir de
nuevo…¿verdad “Ari”? Que ustedes disfruten del amanecer del campo, en el orto inquietante,
a la espera de que llegue el vuelo fugaz de la primera tórtola.