Todos tenemos en nuestra vida
sitios en los que hemos vivido y de alguna manera hemos mitificado. Aquellos
donde pasamos nuestra infancia, donde tuvimos nuestro primer trabajo, donde
disfrutamos con amigos y familia y donde en definitiva quedó parte de nuestra
vida y de nuestra experiencia.
Generalmente son lugares de los
que guardamos un excelente recuerdo y coincide que durante las vacaciones de
verano solemos visitar y recordar.
Los que tenemos pueblo donde
volver hay que decir que tenemos una gran suerte, no dejamos atrás jamás
aquellos recuerdos de la infancia, y las celebraciones con familia, amigos,
comidas, bodas, etc., se convierten en una constante revisión de lugares,
experiencias, amistades antiguas y conversación constante de otros tiempos y
otras gentes que vivieron antes que nosotros y que eran primos, familia, de
nuestros abuelos y nuestros ancestros que nos hacen saber de dónde somos y
posiblemente donde volveremos.
Pero hay otros lugares que también permanecerán por siempre en
nuestra vida. Desde Galicia, donde di mis primeros pasos en el Derecho, desde
Cádiz donde disfruto de la luz y del mar, y desde mi pueblo donde tomo un
respiro en el umbral de Plasencia donde trabajo y donde pongo el empeño diario
y constante de un invierno mejor.
Mitificar es bueno, señalar aquello que nunca puede perderse es imprescindible
para la vida, todos lo hacemos durante el verano.
