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EL TANGO QUE NO NOS TRAJO LA SUERTE

OPINIÓN
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De la desilusión a la decepción.
Todo el día pendientes de Buenos Aires y, a la hora señalada (21.00 horas), de
Mérida: pero los buenos aires no llegaron de la capital argentina, pese a los
deseos del alcalde de Mérida, que no fue informado por los servicios de
comunicación y protocolo de la Junta de Extremadura de lo que debiere haber
sido informado. Un error manifiesto, puesto que tenían los discursos, que los
sordos podían ver por primera vez subtitulados en una gran pantalla en el
escenario. ¿O estaban todos de fiesta o de conciliación? ¿Por qué no informaron
a las autoridades, y al alcalde de Mérida por ser el primer orador y el único
que, en su discurso, deseaba que el tango
 
bailado por Christian y Silvia, protagonistas del cartel y del video
anunciador del Día de Extremadura, nos trajeran la suerte deseada con
«aires argentinos»? Pues no: ni el tango ni los niños nos trajeron la
suerte deseada desde Buenos Aires, porque, aunque fuere un tango en el baile,
no lo fuere en la letra, que negaba la argentinidad que se le supusiere por
encima de la extremeñidad que se trataba de realzar como dueños de nuestro
destino, de modo que, por tercera vez, nos quedamos compuestos y sin novia,
aunque el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, confesare
horas después del llanto tras perder nuestra candidatura olímpica 2020:
«Podemos
perder, pero nunca jamás seremos vencidos.»
. En las Olimpiadas, como
en todo, hay política, ideologías, intereses creados, alternancias entre
continentes, y hay dueños también: si se le hubiera concedido a España, no la
tendría Alemania en la próxima edición. Por eso somos un tango, pero no
argentino; somos extremeños y españoles, y «volvemos a ser» lo que ya
fuimos, pese a los deseos de Calvo Buezas: que los extremeños tengan
oportunidades bastantes en su tierra para no verse obligados a emigrar.


            «Alea iacta est» (la suerte
está echada). Algo así parece decirse a sí mismo, que no a todos, el presidente
de la Junta de Extremadura, José Antonio Monago, que, siguiendo el tradicional
rito de vísperas del Día de Extremadura, hace un discurso a su manera –mejor
dicho: al estilo de su escribidor–, arrogándose para sí triunfos que no le
corresponden y realizando, en un discurso institucional en el que no tuvieren
cabida, anuncios-titulares, que debiere haber realizado en sede parlamentaria:
la paga a los pensionistas no contributivos, la reproducción asistida a
solteras y lesbianas…, olvidándose del copago sanitario, que ha cumplido un
año, pero no dice, ni lo desea, cuánto ha recaudado la Junta y cuánto va a
pagar de lo cobrado en exceso ese primer año, porque no le convendría, al no
descubrir sus cartas hasta pasados nueve meses…


            Monago no se cree lo que dice por la
forma y manera de decirlo, porque no basta con trazar un discurso, entonarlo a
la manera lacrimosa, y dar respuesta, al fin, al «Volvemos a ser» del
tango. Pasa de los 2.070
parados más en agosto
, y
de los 144.333 registrados
, más otros muchos que ya ni lo están, y que
aparecen cuando surge la Renta Básica, y que el portavoz socialista cifra en 171.000;
pasa de los manifestantes a las puertas del Teatro Romano, y de los vecinos de
Madroñera que le instan a que abra su Punto de Atención Continuada cerrado
«sine die»; pasa, en fin, de levantarse cuando Mili Vizcaíno entona,
a su manera, el Himno de Extremadura; y pasa, finalmente, del portavoz
socialista, Valentín García, que se hallaba en el estrado, a la hora de
entregar las Medallas: las entregan todos, empezando por el presidente de la
Asamblea y terminando por él, y siguiendo por el presidente del TSJEx, del
portavoz de su partido y del de IU, Pedro Escobar, que le apoya, viendo pasar
el tiempo… ¿Desde cuándo acá ha estado en el estrado IU? ¿No recuerda que la
Ley 4/1985, de 3 de junio, del Escudo, Himno y Día de Extremadura, fue aprobada
por el PSOE y el PP, pero no por los cuatro diputados de IU, que votaron en
contra por hacer coincidir el Día de Extremadura con una festividad religiosa,
la Virgen de Guadalupe, patrona de la región, que entonces consideraron que era
el símbolo que más unía a los extremeños y por la implicaciones
histórico-culturales que unen a Extremadura con Hispanoamérica, pero que ellos
no apoyaron, subrayando la laicidad del Estado? ¿Acaso le ha acompañado hoy a
Guadalupe? Si no apoya los símbolos de Extremadura, ¿por qué le permite
entregar una medalla, y por qué hace una excepción a la regla, dejando al
portavoz socialista, principal partido de la oposición, como un verso perdido
en el estrado?, lo mismo que usted se ufana en ser en su partido…


            Los
medallistas, lo mejor


Los
discursos, breves, concisos, de gratitud, de los galardonados con la Medalla de
Extremadura 2013, fue lo mejor de la noche, no solo por la brevedad, sino
porque dijeron lo que tuvieren que decir, cada uno en su terreno.


            Tomás Calvo Buezas, el único que
recordó que Guadalupe no pertenece aún eclesialmente a la Comunidad, y cuya
gracia espera del papa Francisco,  dijo,
además,  una frase antológica: «La
grandeza de un pueblo no se mide por su renta, sino por sus valores», los
mismos con que él se ha ganado la Medalla por su lucha por los emigrantes, la
igualdad, la enseñanza, el pueblo gitano y la discriminación.


            Francisco González Lozano, rector
del Colegio Seminario de San Atón de Badajoz, una institución que educó a niños
y jóvenes extremeños que han destacado en distintos campos a lo largo de sus
350 años de historia, y que fue considerado el primer centro universitario de
Extremadura, recordó que guarda una biblioteca de 43.000 volúmenes y un archivo
histórico importante, al servicio del pueblo extremeño.


            José Antonio Hurtado, general de
brigada jefe de la III Zona de la Guardia Civil (Extremadura), la institución
más valorada por los españoles, según todas las encuestas, galardonada por su
defensa de los derechos y libertades y la seguridad ciudadana de los
extremeños, con más de 168 años y 2.000 hombres y mujeres a su servicio en la
región,  quien consideró la Medalla como
«un acicate y un impulso en nuestra labor», que agradeció
«profundamente».


            Francisco Pedraja Muñoz, un
compromiso con  Extremadura, quien
subrayó su amor por Badajoz, donde se fraguó la unidad de España, y a los tres
presidentes de  Cortes Constituyentes que
la región dio a España: Muñoz Torrero, Bravo Murillo y Hernández Gil.

            Enrique Floriano Millán, deportista
parolímpico, con dos medallas de oro, cinco de plata y dos de bronce en su
haber, quien significó que conseguir la excelencia es hacerlo mejor cada día y
que «las grandes metas están detrás de los grandes obstáculos».


            El
discurso del presidente


Por qué será que hasta su propio socio de gobierno
«in pectore», Pedro Escobar, afirma que Monago
confunde los deseos con la realidad en su discurso triunfalista de 2013
; y
que el portavoz del principal partido de la oposición, Valentín García, afirme que
no tiene ideas y un relato que nada tiene que ver con la realidad de
Extremadura…

            Al presidente le dan hechos los
titulares que los periódicos han de sacar al día siguiente: la paga complementaria
de los 200 euros que dará en enero a los titulares de pensiones no
contributivas, que creó Felipe González; y una defensa de la igualdad centrada
en dar a las mujeres lesbianas y solteras la posibilidad de ser madres;
olvidándose de los pensionistas y del copago sanitario, del que nada dice. No
presuma de rebeldía con el Gobierno de España ni de «justicia con nuestro
pueblo» cuando se olvida del paro creciente, de los licenciados que se
marchan al extranjero en busca de sustento… No, no «se ha acabado el
quejío ni la resignación», porque ya la hubieren en dosis abundantes, y
usted, precisamente, no se la va a quitar. No augure, pues, presupuestos
expansivos ni que el PIB va a crecer, ni pida el apoyo que los suyos negaron
antes a los Presupuestos. Acuérdese, más bien, de esos que dice usted que están
de paso y que solo son «una mera línea del gran libro que escriben cada
día casi 1.100.000 paisanos». Eso sí sería rebeldía y «pura justicia
con nuestro pueblo y sus circunstancias». Esos son los que escriben la
historia, y sus hijos, quienes «volverán a ser»…, de lo que quita a
unos, como a los pensionistas, para dárselo a otros, tan menesterosos como
todos, menos ustedes, los políticos.


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