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Celebración en Burkina Faso del 125 aniversario de la campaña contra la esclavitud

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Hace ya 125 años que el Cardenal Lavigerie (1888-2013), surcó Europa para interpelar a reyes, presidentes, ministros, y a todas las autoridades de la época, con el objeto de poner fin a la práctica de la esclavitud.


Así lo recordaba, Mons. Philippe Ouedraogo, arzobispo de Ouagadougou, en la homilía de la celebración de este aniversario el pasado 8 de septiembre en la catedral de la Inmaculada Concepción de Ouagadougou. El arzobispo señaló a los fieles cristianos de Burkina Faso que este hecho es “un acontecimiento histórico de gran importancia”, también para la familia de los Padres Blancos y Hermanas Blancas.



“Soy un hombre y la injusticia hacia otros hombres me rebela”, le gustaba decir al cardenal Lavigerie. En la celebración de este aniversario, los misioneros del que fuera obispo de Argel, le recordaron en la monición de entrada en la Misa: “Contemplar las maravillas realizadas por Dios a través de la obra de su servidor Charles Lavigerie, pero también llamar la atención de las formas nuevas de la esclavitud, como son el tráfico de seres humanos, los trabajos forzados, la violencia entre otras cosas”. Recorriendo la vida del fundador de los Misioneros de África (Padres Blancos) y de las Hermanas Misioneras de Nuestra Señora de África, (las Hermanas Blancas), percibimos que evangelización y humanismo siempre fueron a la par. El recuerdo de la lucha del Cardenal Lavigerie descubre pues su humanidad y el misterio de su persona, que se desvivió por la libertad y el derecho del hombre. Son los mismos valores que todavía persiguen hoy las Hermanas Blancas y los Padres Blancos, en una treintena de países de África y en Oriente Próximo”.



Según Mons. Philippe que presidió la celebración, “todo el compromiso de este antiguo profesor de la Sorbona está enraizado en su pasión por Cristo y por el hombre. Sabía que para combatir el dolor de la esclavitud, la simple filantropía no bastaba, hacía falta la fuerza del Evangelio”.



Ha sido una hermosa ocasión para saludar y rendir un homenaje a los pioneros de la obra del Cardenal, que más allá de las acciones sociales, dieron a África el don más preciado, Jesucristo. Después de 125 años se les presenta un gran desafío, el de saber perseguir la acción emprendida por el Cardenal, con el mismo entusiasmo y el celo siempre renovado en respuesta a la llamada de la Iglesia de África.


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