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LENGUA Y ESTILO EN EL SES

OPINIÓN
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Cada
vez que, muy a mi pesar, iba «in illo tempore» a mi centro de salud a
por recetas manuales, cuando no hubiere tarjeta sanitaria, mi pobre vista se
veía asaltada por un sinnúmero de anuncios en el vestíbulo, junto al mostrador
de la entrada y en las puertas de los despachos de médicos y enfermeras. El
centro, como el hospital, se parece cada día más a la calle, donde las farolas
y los paneles
ad hoc se ven
desbordados por anuncios de alquileres y ventas de todo tipo, y el ruido de conversaciones
en alta voz y por los telefoninos, que nadie apaga en estos santos lugares, no
parece que acogieren a enfermos que padecieren mal alguno, sino, más bien, a
tertulianos que se enfrascan en inútiles conversaciones, preguntando por los
nombres de la lista, por la hora de su cita, por si están ocupados médico y
enfermera…, en un guirigay más propio de taberna que del centro en el que nos
encontráremos.


            La lectura de todos los carteles y
avisos demuda mi ánimo tanto como la lectura diaria de los periódicos cuando
veo concordancias supinas, nombres de instituciones inexistentes o muletillas
del lenguaje que alguien crea un día y todo el mundo repite sin cesar. Singulares
colectivos con verbo en plural, casi todos los días: «Cerca
de un millar de cacereños estudian ya en la Universidad a Distancia»
,
en lugar de «un millar estudia»; o «Una
veintena de empresas exhiben productos de la tierra»
(por una veintena
exhibe); instituciones que alguien se inventó un día y los informadores
desinformados escriben al dictado sin cesar, como Gobex (http://www.expansion.com/2013/09/27/extremadura/1380276711.html);
pero qué eso de «GobEx» con la E de Extremadura en mayúscula, como si
fuere la matrícula de un auto…; en qué ley está escrito el citado acrónimo y
la institución…; muletillas del lenguaje que reiteran políticos y estrellas
de la cosa «rosa», que para nada alumbran, sino la memez ambiente que
repite sin vergüenza alguna lo que oyeren: «como
no podía ser de otra manera»
, con que unos pretenden remarcar sus
afirmaciones y que ciertos periodistas utilizan como conjunciones copulativas impropias
que no vinieren al caso, porque las cosas pueden ser, ocurrir y son, de mil y
una formas y maneras, tantas como aristas hubiere una sierra.


            No pretendiere, como el maestro
Senabre –Medalla de Extremadura, pero no académico de la Extremeña de las
Letras y las Artes– un estudio exhaustivo de la lengua y el estilo del
Servicio Extremeño de Salud (SES), que no hubiere para el castellano las
medicinas que prescribiere para el cuerpo. Senabre  presentó su tesis doctoral titulada
«Lengua y estilo en Ortega y Gasset» en la Universidad de Salamanca, en
junio de 1963, que obtuvo la calificación de sobresaliente cum laude y, posteriormente, Premio Extraordinario.


            Ya se sabe que las ciencias y las
letras parecen estar reñidas cuando no divorciadas. Lo que unos saben, otros lo
ignoran. La excesiva especialización conduce a eso, menos a la utilización con
propiedad de la lengua materna hablada y escrita.


            Recién elegido presidente de la
Junta de Extremadura, Monago se ufanaba de los curriculum de varios folios de
sus consejeros comparados con los miembros de anteriores gobiernos socialistas,
(http://www.20minutos.es/noticia/1104954/0/)….
que cabían en un en un post-it. Vanitas
vanitatis
(vanidad de vanidades) la suya, cuando su tercer consejero de
Salud Pública y Política Social en dos años de legislatura comete cuatro faltas
de ortografía en una carta, en la que me remite la tarjeta sanitaria, que le
agradezco, pero que solo servirá para cinco años, tras aprobarse la tarjeta
única para todo el Sistema Nacional de Salud de España, no solo de Extremadura.
Dice en el párrafo cuarto: «En el reverso de la tarjeta encontrará impreso
los datos…» (por impresos) de la Unidad Básica Asistencial (Medico y
Enfermero) –Medico sin acento –que tiene adscrita» (sic). Si son dos
profesionales, querrá decir «adscritos»; y en el último párrafo,
concluye: «Le recordamos que en caso de que se cambie su domicilio o
número de teléfono…» (como si uno «se cambiara todos los días de
domicilio, o lo trasladare como si fuere una casa prefabricada, o número de
teléfono). ¿Qué es eso de que «se cambie»? Querrá decir «en caso
de que cambie de domicilio o…» ¿Habrá pensado quizá que yo me cambio de
ambas cosas, como de calzoncillos, diariamente…? En fin, el tercer consejero
de la cosa de Monago es maestro, y no médico, y por ello debería tener un mayor
conocimiento de su propia lengua, porque ya nos demostró que habla mejor que
escribe…, al contrario que nuestra ministra del ramo, que lo mismo que
ignorare que su
marido tenía un Jaguar
en el garaje, no sabía lo que decía en cierta
ocasión que hablare para los medios: «Buenas,
buenos días, buenas tardes a todos
…» al proclamar «la
universalización de la sanidad para los españoles»… Podrá decir el
consejero que la carta la escribió su secretaria; sí, pero la firma él.


            Nada comparable a los anuncios del
personal del SES en los centros de salud, que cada día me disparaban a la vista,
a la espera de la cita…, y que dejaba atrás con los ojos bañados en
lágrimas… por las dolencias que me provocaren su continuada visión y lectura.


            He aquí algunas perlas: «No se
atenderá a pacientes que vengan sin cita previa, salvo urgencias médica.»
(Una en plural y otra en singular, para un mejor maridaje de la urgencia).

            Aviso
de la «Responsable de Enfermería» al comienzo del verano: «Algunos
profesionales de enfermería se encuentran de vacaciones (es de suponer…) y debido a la falta de
sustituciones puede que se produzcan retrasos en las consultas, debido
a las acumulaciones. Rogamos, (coma que sobra) disculpen las molestias…»
En cuatro líneas de media columna, dos palabras repetidas; es decir, la jefa se
cura en salud –nunca mejor dicho– y echa la culpa de las acumulaciones (se
supone que de pacientes)  a su patrón, el
SES, que no se digna sustituir las vacantes que se producen por vacaciones. Ya
lo recuerdan los sindicatos cada año…


            Sin duda, no hubiere otra perla
lingüística mayor que la que nos encontramos hace poco: «Radiografía y
Ecografía se citan en el mostrador (excepto las mamografías)», cuando lo que
se desea anunciar a los pacientes es que, en el mostrador de la entrada, pueden
solicitar, pedir, demandar, suplicar o instar la realización de radiografías y
ecografías, excepto, claro está, las mamografías, que se supone que tendrán que
ser prescritas y autorizadas por el médico de cabecera; pero, ¿cómo se van a
citar en el mostrador una radiografía y una ecografía, como si fueren una
pareja de novios para un encuentro virtual…?, si no fueren personas físicas
ni jurídicas que necesitaren tales pruebas. Es posible que las enfermeras no
estudien más lengua castellana que la que cursaren en Bachillerato y estos
ataques a la lengua les pasen inadvertidos, como
no podía ser de otra manera
…, que dicen los yupis políticos y plumíferos
del mal llamado Gobex, iluminados por la luz del Espíritu Santo del arlequín
joseantoniano…


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