Digital Extremadura

HACE 1300 AÑOS

OPINIÓN
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En
el 713, el árabe Muza, entra, tras un largo asedio, en la ciudad de Mérida. Los
habitantes de la ciudad capitularon,
 
tras haber constatado que era imposible esperar ayuda exterior alguna,
ya que casi toda
 Hispania  estaba bajo el poder de los nuevos invasores,
con la connivencia de los witizianos, que se vengaban de esta manera de los
partidarios del rey D. Rodrigo, por no haber sido elegido Witiza como monarca
de los godos.


Hace
bien Mérida en no celebrar esta fecha, que marcó su decadencia. Algo más
de  un centenar de años más tarde, de
este acontecimiento, la antigua Emérita, convertida ahora en Márida,  reclamó su antigua grandeza como ciudad,  en la persona de Muhammad Ibn Marwan, contra
Córdoba y cuya derrota propiciaría la fundación de Badajoz y el abandono de
importantes personajes hacia esta ciudad.


Y
me ha venido a la mente este hecho, de la conquista de Mérida por Muza, deseoso
de quedarse con las riquezas que acumulaba la ciudad, y sobre todo las que había
oído poseía la Basílica de Santa Eulalia, fruto de  las ofrendas que durante siglos habían dado
los peregrinos que venían de todos los lugares, por causa de la celebración del
12-0. Y es que los españoles arrastramos un complejo histórico, derivado posiblemente
de ese pecado capital que  enumeraba
Fernando Díaz Plaja, como el más característico de nuestro carácter; la
soberbia. Y como contrapartida,  tenemos el
miedo de que por  alabar algo conseguido,
seamos tenidos por soberbios. Complejo del que carecen, totalmente, nuestros
más cercanos vecinos; tanto los franceses, como ni, por supuesto, los ingleses.


Se
han repetido muchas veces los versos  del
poeta decimonónico, catalán, Joaquín Bartrina, pero por desgracia, el poema
sigue estando vigente.


 «Oyendo hablar a un hombre, fácil es

acertar
dónde vio la luz del
sol;

 si os alaba Inglaterra, será
inglés,

si os habla
mal de
Prusia, es un francés,

y si habla
mal de España, es español».


Y eso de que
podemos vanagloriarnos hasta de cosas, tan anecdóticas, como de que nuestros
soldados, espada en mano fueron los primeros y quizás los únicos que vencieron
a los míticos samuráis japoneses. En 1580, tras atacar y saquear diversos
pueblos de Filipinas, salieron unos barcos españoles a hacerles frente y nuestros
desarrapados soldados, les vencieron. Deseosos de vengar tal humillación, tras
volver a Japón, volvieron con diez barcos con los mejores guerreros samurais,
pero… fueron nuevamente vencidos.


“A
finales del siglo XVI, la marina española se convirtió en la primera y única
flota occidental en derrotar a estos fieros guerreros nipones


De este episodio, la historia tradicional japonesa cuenta
que sus guerreros fueron derrotados por unos demonios, mitad peces mitad
lagartos, llegados en unos grandes y extraños barcos negros. Estas criaturas
salían como bárbaros de la mar y atacarles tanto en tierra como en mar era un
asunto peligroso y casi suicida.


Desde entonces los samuráis llamaron a los infantes de
marina españoles «wo-cou» (peces-lagarto), en
reconocimiento a la audacia con la que habían luchado y vencido en los
Combates de
Cagayán.
”.

 

Pero siempre tiene
que aparecer el que nunca ve la tarta de conmemoración, sólo la cagadita de la
mosca en la nata. Así  mientras Florida
se prepara para celebrar el Centenario de la llegada de Ponce de León, hay
quien saca a colación que una Conquista representa siempre la muerte para
muchos, pero siempre vuelca las tintas en los indios que les hicieron frente, y
no en los españoles que murieron, ni tan siquiera en los indios, que hartos de
abusos, se vieron liberados de la opresión de 
los caciques y les apoyaron. Pero en sus escritos siempre ignoran unas
evidencias incontestables; donde dominaron los españoles, todavía en la
actualidad quedan descendientes indígenas, y en la misma Florida todavía
quedaban cuando los ingleses la ocuparon en el S.XVIII,y  masacraron y convirtieron en esclavos a los
indios, menos los muchos, que conocedores de las costumbres inglesas, juntamente
con la mayoría de los españoles, abandonaron el territorio.


Ha pasado desapercibida  esta fecha del 713 en la ciudad de Mérida,
quizás porque no hay mucho que celebrar. Los que sí deberían hacerlo son los
Cántabros y los Astures, cuya oleada de clérigos e intelectuales de Mérida y
Córdoba, propició con su llegada, uno de los períodos culturales más peculiares
de esta región, y  dejó para la
posteridad además de la devoción de la mártir Eulalia, patrona de Oviedo, una
arquitectura peculiar que se ha dado en llamar Prerrománico.


Ha pasado el período romántico en el que se
ensalzaba todo lo que tenía que ver con los moros, como hizo aquel guía que  acompañó a Larra en su visita a Mérida y al que
no dudó en calificarlo de «ruina no tan bien conservada como las
romanas». Larra le preguntó a su cicerone si eran muy antiguas las ruinas
del teatro que tenían delante.


“-¡Vaya!
-le contestó el buen hombre.

-¿De
los romanos todas? -le increpó Larra.

A, lo
que su cicerone respondió:

-¡Qué!
Más antiguas, señor, mucho más; de los moros, y de los godos, y de los…, qué
sé yo de cuánta casta de gente…; mucho antes que los romanos.”

 

A pesar de todo, Muza tiene dedicada una
calle en el centro de la ciudad. La historia, siempre se ha de respetar y
recordar, aunque siempre hay alguien, que desea parezca que trozos de ella no
hayan existido nunca,  y se esfuerza en
derribar estatuas, quitar placas, y ocultar, destruir o tergiversar hechos y documentos.
Pero la historia es muy tozuda y siempre sobrevive a sus protagonistas.

 


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