La semana pasada
inicié un tema que por interesante, no menos de actualidad, sobre todo ahora
que hemos entrado en el año centenario (1914) de la inauguración de nuestra
plaza de toros en Mérida.
El
mundo de los toros, como decimos la mayoría, es un mundo bonito, apasionante y
muy ligado a nuestro carácter, a nuestras vidas, aunque ciertamente bastante
oscuro, desconocido y lejano para otros muchos; pero ya comentaba que en el ámbito
mundial, incluso nos conocen y nos relacionan con el toro y hasta el contorno
de nuestra península, por si fuera poco, es lo más parecido a la piel de un
astado. Aprovechemos este ARTE tan nuestro y esa
pujanza publicitaria, hasta sus últimas consecuencias.
Pero
es verdad que los entresijos que se mueven alrededor de ese mundo, son algo que
se lo comen y se lo beben entre cuatro, y me refiero concretamente a los
empresarios de las grandes plazas, los ganaderos importantes, los apoderados de
las grandes figuras y pocos más.
Es
un mundo que manejan a su antojo, dónde se mueven muchos millones de euros (de
los blancos y muchos más de los “negros”) y en el que participan y juegan
quienes ellos quieren y a quienes ellos interesa y nada más.
Los hilos que se
manejan en ese “mundillo de marionetas”, están a disposición únicamente de los
poderosos y es más yo diría, sin temor a equivocarme, que este negocio de los “cuernos”,
está más ligado al mundo de la mafia, que al verdadero juego limpio y honrado, naturalmente
con excepciones como en todo.
No
hace mucho leí a un comentarista taurino, con motivo de las ferias y fiestas de no sé dónde, que decía que
a la temporada española le estaban sobrando por lo menos 400 corridas; y es
probable que esto sea cierto, de la forma que él analizaba el asunto de la
fiesta taurina.
Sin
embargo yo difiero, por considerar que el verdadero problema de la fiesta, no
radica en que le sobren o le falten espectáculos a la misma, simplemente
reflexiono, que el mundo de los toros ha llegado a un punto, en el que para que
funcione con cierta racionalidad económica y artística, deberían sentarse
alrededor de una mesa, todos los participantes que forman parte de este
enrevesado y complejo mundo taurino, haciendo del mismo una competición en
todos los órdenes y en donde se establecieran clasificaciones, en función de
los trofeos cortados y conseguidos cada domingo, las reses sacrificadas en las
plazas, en función de las ganaderías que las aportaran, etc., etc., etc.
A
esa amplia mesa, deberían asistir y por este orden:
·
Ganaderos.
·
Empresarios:
1. De
Plazas de 1ª.
2. Id.
de 2ª.
3. Id.
de 3ª.
4. Espectáculos
cómicos-taurinos.
5. Empresas
Audio-visuales.
6. Televisión
Pública.
7. Televisiones
Privadas.
8. Radio.
9. Prensa
taurina escrita.
10. Empresas
publicitarias de prestigio.
11. Etc.
·
Apoderados de:
1. Matadores
de toros.
2. Novilleros.
3. Rejoneadores.
4. Becerristas.
5. Banderilleros.
6. Picadores.
7.
Etc.
·
Comisión de la Federación de Peñas taurinas
(nacional).
·
Representantes del Ministerio del Interior ó
Cultura.
·
Veterinarios.
·
Médicos y personal sanitario.
·
Etc.
Y
yo que soy un profano (con minúsculas) interesado en este mundillo, tan antiguo
y tan nuestro, como es el arte de los toros, pregunto:
¿Es que no sería
conveniente, que el mundo de los toros, estuviese regido como el fútbol u otro
deporte cualquiera, a través de una FEDERACIÓN, en el que el Reglamento
Taurino (reformado naturalmente), sirviera para todos por igual?.
No solamente
estaría más equilibrada esta actividad
taurina, sino que además podría contribuir, a una economía de mercado
mucho más interesante y serviría igualmente para difundirla en el ámbito
nacional e internacional y conseguir con ello, no solo un mayor conocimiento de
la fiesta para todos, sino además conseguir una afluencia de aficionados a las
plazas, más amplia y más entendida.
Esto en hipótesis
puede parecer una tontería, pero yo creo que llegar a esta solución acarrearía
más beneficios que perjuicios, aunque al principio supusiera un cambio
inesperado y doloroso para los que mantienen vivo este negocio controlado y no
desean soltar prenda.
Aún a pesar de
todo, si se lo plantearan con seriedad y coherencia, seguramente terminarían
aceptándolo como algo interesante y con futuro, de lo contrario, la fiesta se
muere poco a poco, las plazas estarán cada día más vacías y la ilusión se irá
por los suelos.
Pero si esta
Fiesta es Nacional tal y como presumimos de ella, y deseamos divulgarla en el
ámbito Internacional como algo genuino y nuestro, y preservarla de los envites
europeos de las Asociaciones en defensa de los animales, hagámosla realmente
Nacional, en el que participen un mayor número de aficionados y de provincias
poco taurinas (que también las hay…)
y consigamos con ello un mundo más artístico-folklórico, más taurino, más
bonito, más hispano y sobre todo, económicamente mucho más rentable para todos
los que participan en la fiesta y no solo para unos cuantos como hasta ahora,
en detrimento de los demás; si al menos para toda la afición, que es la que
realmente sostiene este espectáculo y este oscuro pero apasionante negocio de
los toros.