El Diario Oficial de Extremadura (DOE) ha publicado hoy lunes el decreto por el que se declara Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de monumento, a la Iglesia de San Andrés Apóstol de Torrejoncillo, del siglo XVII, y se concretan su delimitación y limitaciones de uso.
Se
trata de un excelente edificio de arquitectura gótica y renacentista que,
aunque no vio terminados su nave y coro hasta bien avanzado el siglo XVII,
sigue en todo momento el modelo gótico inicial planteado en el siglo XVI por
Pedro de Ibarra, señalado arquitecto de la diócesis de Coria y de la Orden de
Alcántara, lo cual dota al interior del templo de una gran unidad estilística.
El
inmueble, exento, se construyó en su mayor parte entre 1550 y 1686, con varios
elementos añadidos en los siglos XIX (capilla cruciforme en el lado del
Evangelio y torre del reloj, principalmente) y XX (capilla bautismal).
Un
aspecto importante en la construcción del templo es que el ritmo de las obras
fue muy lento, con paradas constantes en la ejecución de la fábrica, debido a
los escasos recursos economicos de la parroquia.
La
fachada principal consta de un arco de medio punto sobre pilastras. El
entablamento esta coronado por plintos rematados por bolas y una hornacina en
la que es visible un bajorrelieve de San Andrés.
A
ambos lados de la portada se localizan dos ventanales, y sobre la misma, un
óculo. En los dos laterales de la fachada se encuentra sendas torres y son
visibles, además, varias espadañas.
PINTURAS MURALES
Respecto
a los retablos y bienes muebles de la iglesia, destacan el púlpito, retablo
mayor, cuadro del Juicio Final o talla de Cristo Resucitado, además de las
pinturas murales de la sacristía, realizadas por Juan de Ribera en 1579 y
restauradas por el Gobierno regional hace algunos años.
Interiormente,
la cabecera del templo es poligonal-ochavada y su única nave, rectangular, se
divide en tres tramos. La mayor parte de la iglesia está cubierta con bóveda de
crucería granítica de diseño complejo.
A
finales del siglo XIX se realizó una capilla de cruz griega, de amplias
dimensiones, promovida por María “La Novilla”, una de las nodrizas de Alfonso
XIII, por lo que el propio rey ayudó a sufragar parte de los trabajos.
La
Iglesia de San Andrés Apóstol se vincula de forma permanente con el singular
ritual del Descendimiento del Cristo yacente, asi como con la fiesta de
«La Encamisá”.