A nivel personal se puede apoyar o no a los del Campamento Dignidad, colectivo formado curiosamente, y en otros y otras, por un grupeto con las mismas caras e individuos presentes en todo tipo de reivindicaciones en contra del poder establecido democráticamente, sea cual sea el signo político, pero las formas que adoptan, son muy contrarias a una reivindicación que se debe ajustar a las normas de convivencia, dentro del respeto que debe presidir entre todos.
Sabemos del
apuro y del acongojo de algunos compañeros periodistas y técnicos que estaban desarrollando su
trabajo y solo por eso, no admitimos tal tipo de imposiciones, dentro del
respeto que se pueda tener a Manolo Cañada y sus compañeros, respeto que ha
quedado en stand bye por su aprovechamiento de la situación, con la violencia que han aplicado a su reivindicación, y que les
obliga al menos a disculparse ante nuestra profesión, no solo a los
colegas de TVEx y ante la propia ciudadanía que en este caso soporta sus boutades. No somos, precisamente, los periodistas a quienes nos
tienen que interrumpir, no, y bien lo saben.Pero les trae al pairo, ya que se creen con el poder de la impunidad y poseedores de su verdad, aprovechándose de la mal entendida libertad.
Pasar de ciudadanos que pueden ejercer libremente sus derechos a vulgares delincuentes es lo que han decidido diecinueve miembros del colectivo Campamento Dignidad. Pues que sobre ellas y ellos caiga el peso de la ley establecida para este tipo de incientes violentos y execrables en nuestro actual estado de derecho.