Mis
abuelas, especialmente la materna -que gran mujer-, mi madre -cuanto la echo de
menos-, mis hermanas, por continuar el orden cronológico de la
cita, mis adoradas hijas, la mujer, la hija, la hermana, la madre de alguno de
mis hombres… han determinado inexorablemente mi vida. Sus vidas están llenas
de historias, y el tiempo de cada una de ellas aprovechado hasta la saciedad;
Son “best-seller” de
historias sin escribir y que jamás serán escritas porque la historia se
escribe en masculino
El ser
humano es “el hombre” y la
insignificancia de la mujer queda plasmada en cada respiración del
tiempo, en cada linea de los fondos
bibliográficos
existentes, y en cada norma gramatical. Cuando esta mujer que ahora os escribe
se dirige a su alumnado, jóvenes
todos ellos menores de edad y aun inmaduros, en
primera persona del plural , ha de hacerlo en masculino siempre que
haya un niño
presente, aunque sea sólo
uno, y aunque la profesora sea mujer, y aunque la mayoría sean niñas.
Muy cerca
de nosotr@s le están practicando en este momento la amputación del clítoris a una
niña, pero da igual, como da igual
que se la venda al kilo en los mercados, o que se la esterilice sin su
permiso, se la viole como botín de guerra,
o se la mantenga privada de libertad o sometida a la tutela masculina toda su
vida. Da igual porque sólo son
mujeres, como da igual aquí y ahora que se la pretenda considerar legalmente sin
capacidad jurídica sobre su propio cuerpo, penalizando
el aborto por imposición -o so pretexto- de una religión
machista, clasista, y reaccionaria, como no puede ser de otra manera, y la
historia viene demostrando.
A partir
de esta mentalidad podéis
contemplar los niveles de paro, de pobreza, de opresión, o los de riqueza, la renta per capita, la
relación entre
mujeres y hombres que desempeñan
puestos de responsabilidad y cargos cruciales en la toma de decisiones, etc…
que siempre encontraréis
lo mismo: una situación
de dependencia, corroborada en muchos países por las leyes, y en todos por las
costumbres populares, la mentalidad, y las estructuras de poder.
Y sin
poder regalaros una dulce despida para esta fecha del 8 de marzo, y sin querer
hacer mención de los
devastadores efecto que cada crisis causa en la situación de las
mujeres, allá donde se
encuentren, sólo os
deseo que tengáis
el valor de abrir los ojos, porque el que no se atreve a comprender no puede
hacer nada para cambiar el futuro de la historia.