Digital Extremadura
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Pensaremos que resultaron vencidas las inclemencias, haremos el maletín de los sueños, miraremos a todos los lados posibles, tocaremos las ofertas que surten el polvorín del mercado, cansaremos de pensamientos la voluntad, fingiremos que es necesario marchar del lugar de la rutina y decidiremos, a última hora, quedarnos.

No solo nos asustaron la lejanía, el
viaje, los trenes, los equipajes o el ajetreo, que también nos dio pereza
movernos, que aquí seguiremos teniendo la posibilidad de observar los gestos
más cercanos y los paisajes más nuestros, la soledad más útil y las calmas más
queridas. Y tendremos la cena a dos minutos, la conversación al instante, el
amigo a una mirada, la paz esperándonos y el tiempo hecho a nuestras pausas. Y
tendremos, por si acaso, el consuelo atento y el abrazo afable. Son demasiadas
cosas que perder a cambio de otear un horizonte extraño que a veces produce
envidia y otras veces se convierte en alergias a lo tan distante.

 

            Y cuando pase el mundo dando las
mismas vueltas de a diario, con el llamador puesto en bocina estridente
buscando adeptos, tampoco necesitaré reiterar en mi propósito los deseos de
estancarme en el encanto que me ofrece la vida que vivo y adoro, y no me iré,
salvo fuerzas mayores, a donde no me llamen con insistencia.


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