Digital Extremadura

DESHACIENDO MITOS

OPINIÓN
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[Img #35376]La
península ibérica ha sido un lugar por el que han pasado, y se han quedado,
muchos pueblos. Íberos, celtas, fenicios, cartagineses, romanos, visigodos, y
musulmanes. Todos, con las posibles distinciones que se quieran admitir, se
quedaron en este país, que llamamos España. Sólo se expulsó a una de estas
culturas, la musulmana, siempre que no tengamos en cuenta a los franceses, cuya
presencia, fue vista y no vista. Digo musulmana y no árabe, porque los pertenecientes
a esta cultura, en España, no eran árabes, sino tan españoles como los de León,
y en todo caso,  beréberes o de otras
tribus, tras la invasión de Almorávides en el S.XI y de los Almohades en el
XII. La petición, por diversos personajes,  para que la Catedral de Córdoba pase a manos
de la Junta de Andalucía, y que se llame Mezquita, cuando esta no es,
arquitectónicamente, casi ni la mitad del edificio,  es absurda, porque nunca o casi nunca se toma
la denominación anterior, de un edificio, cuando hay cambio de propietario o
utilidad. Los musulmanes, tampoco la llamaron basílica visigoda de S.Vicente,
que había sido el templo cristiano más importante de la ciudad desde el siglo V,  cuando la ocuparon. Pero lo que se oculta,
tras esta actitud, es resucitar los viejos expolios que se le hicieron a la
Iglesia Católica, con las tristemente famosas amortizaciones de  Mendizábal, que provocaron una de las mayores
destrucciones y desapariciones del Patrimonio artístico y monumental de España,
como nunca en su Historia, se ha producido. Pero esta petición  ha puesto, de nuevo, en entredicho, el famoso
mito de los legados culturales islámicos en Al-ándalus.

 

El
romanticismo provocó una mitificación de la cultura islámica en España, que en
realidad, nunca se dio como que se ha querido presentar. No hay pueblo en el
que no haya una; “Cueva del moro/a” con su leyenda añadida, “sepulturas del moro”
aunque sean celtas, “baños de la reina mora”, y etc.etc. Todo ello aderezado
convenientemente, con la consecuente historieta que le pega una patada a la realidad
que representa. Larra, en su visita a Mérida, narraba cómo su cicerone, le
decía que la Naumaquia (el circo) era “el baño de los moros”, o que las ruinas que
le enseñaba, eran de mucho antes de los romanos, eran de los moros. Y podríamos
seguir con argumentos de este tipo, hasta el aburrimiento.

 

Y
este sentimiento romántico ha  llegado
hasta nosotros aparejado con una idea, la de la añoranza de una gran
civilización que superaba, con creces,  a
 las de su tiempo. Sin embargo esta nube,
se deshace como el humo cuando se hace la siguiente pregunta. ¿Qué nos ha
quedado? Hagamos un inventario. Negar la existencia de poetas, filósofos,  médicos y califas cultos, como
el gran Alhaquen II, es absurdo, pero un ligero
análisis, nos muestra, entre otras cosas, que si hubo grandes adelantos fue “a
pesar de”, no “por causa de” la cultura islámica. Cuando se llegaba a un
respeto religioso y a un avance en las ciencias, en Al-ándalus, aparecían
almorávides integristas, para restaurar, la pureza  de la fe y frenar los avances. Cuando estos
acababan sucumbiendo ante las influencias sociales y se volvía a una situación
de tolerancia y cultura, semejante a lo anterior a su llegada,  los invadían  los almohades para que se volviera de nuevo a  las normas más rigurosas del Islam. La gran
época de esplendor cultural y que nos ha quedado como si siempre hubiera sido
así, fue con Alhaquen II. La influencia de su concubina Aurora, antigua
esclava, de origen vasco, sería fundamental. Nunca, ninguna ciudad europea
había tenido pavimentadas sus calles, alumbrado público, y alcantarillado. A él
se le debe la remodelación de la Mezquita de 
Córdoba con la magnificencia que conocemos ahora, Constantino II le
envió mosaistas bizantinos, también se construyó Medina Azahara, además de
crear una de las bibliotecas más importantes del mundo conocido. Pero ¿qué más
hay de esta cultura? La Alhambra de Granada.

 

[Img #35375]Comparativamente,
con la cantidad de, palacios, castillos, catedrales, iglesias, pinturas,
libros… que se produjeron, durante este tiempo, en la parte cristiana, todo
esto, es un legado, más bien, pobre. Es la misma conclusión a la que llega el
profesor de literatura árabe de la Autónoma, Serafín Fanjul en su libro “La
quimera de Al-ándalus”. Exige  respeto para nosotros mismos y nuestros antepasados…desnudándonos
de una vez del sambenito autoflagelador y masoquista, sin divisiones en buenos
o malos. Y si en Andalucía, o en otras regiones, las pervivencias árabes son
poquitas, qué le vamos a hacer: así es la cosa”.

 

Las leyendas
son eso, leyendas  y la Catedral de
Córdoba, no es Mezquita, aunque parte de ella, lo fuera en algún momento. Y por
supuesto, estará peor en manos de la Junta que de la Iglesia, y menos en épocas
de recortes.


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