Si el PSOE quiere recuperar su espacio, que es ideológico, pero también social debe ser consciente de que esta crisis económica, no ha sido la causa sino la consecuencia de un tiempo en que si eras capital te movías a tus anchas por el mundo, pero si eras persona te empelotaban en los aeropuertos para cachearte. No ha sido la burbuja del crédito fácil y el endeudamiento, la del ladrillo o la especulativa. Han sido muchas pequeñas y grandes burbujas que aparecieron cuando nuestro mundo dejo de saber hacía donde iba, aunque los grandes beneficiados lo sabía muy bien.
Por eso el PSOE solamente volverá a tener la confianza mayoritaria si demuestra que tiene un proyecto , un liderazgo social y un partido crítico con la realidad, fuerte y abierto a una sociedad que ahora más que nunca quiere y exige vías de participación en la toma de decisiones. Ese liderazgo social requiere cambios profundos. No estamos ante un retoque de sombras. La participación de la militancia en la elección de su secretario general es un símbolo pero no puede quedarse solamente en eso. Ese es el gran principio de un cambio que debe incluir la utopía como algo a lo que se debe aspirar. ¡Acaso no fue una utopía pensar que en España pudiera haber un Sistema Nacional de Salud que sustituyera a las casas de socorro! Y se convirtió en realidad.
Si el PSOE quiere seguir siendo el partido más parecido a los españoles tiene que cambiar, porque los ciudadanos ya lo han hecho.