El investigador de la Universidad de Extremadura Alfonso Marzal está llevando a cabo desde hace dos años un programa de formación de investigadores peruanos en el estudio de la malaria aviar en varias regiones de Perú, gracias al apoyo de instituciones como la National Science Foundation (NSF) de Estados Unidos.
Aunque el objetivo del programa es investigar cómo afecta la desforestación del bosque amazónico a la prevalencia de la malaria en aves, los resultados de esta colaboración formativa y científica han mostrado un dato inquietante, la aparición de un linaje de malaria aviar nunca antes descrito en América del Sur.
Se trata de la especie invasora Plasmodium relictum SGS1, responsable del 39% de las infecciones de malaria aviar analizadas y que se encuentra en 8 especies de aves hospedadoras de las regiones de Lima y Huanuco en Perú.
La introducción de Plasmodium relictum fuera de su hábitat nativo está detrás del declive global e incluso extinción de numerosas especies.
Así, según explica Alfonso Marzal, este peligroso linaje está emparentado con el patógeno responsable de la desaparición del 70% de las aves silvestres en Hawái.
La malaria es una enfermedad infecciosa emergente y la creciente expansión del patógeno Plasmodium relictum ha motivado que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) clasificara a este parásito en la lista de las 100 especies invasoras mundiales más peligrosas.
Muy activo en amplias zonas de Europa, África y Asia, el linaje Plamodium relictum SGS1, que se transmite por el mosquito del género Culex, ha sido descrito por primera vez en América del Sur gracias a este estudio, cuyos primeros resultados ya han sido publicados en la revista Biological Invasions.
La detección de este parásito en la región de Huanuco apunta, además, a que ha traspasado la barrera natural de la cordillera de los Andes y que está a las puertas de la Amazonia, amenazando la fauna forestal.
Para el investigador de la UEx, estudiar el comportamiento de la malaria en aves es fundamental “porque nos indica de manera fidedigna cómo evoluciona la enfermedad en condiciones naturales, según los cambios que se produzcan en el medio ambiente.
Las fluctuaciones socio económicas y las diferencias en la asistencia sanitaria en nuestra sociedad hacen difícil los estudios de prevalencia de la enfermedad en seres humanos, mientras que el análisis del comportamiento de malaria aviar proporciona datos más fiables.
Además, estos datos nos pueden dar indicios sobre la evolución de la enfermedad en el hombre”, explica Marzal. Hay que tener en cuenta que uno de los principales problemas globales de la malaria es su creciente resistencia a los fármacos como la cloroquina, primaquina y artemesina.
Ante las defensas del hospedador, el parásito ha desarrollado armas cada más virulentas que pueden favorecer la propagación de la enfermedad.
¿Cuál es el vector de transmisión de este parásito en zonas no endémicas? Alfonso Marzal explica que las posibles causas de estos contagios están relacionadas con el cambio global.
“El tráfico ilegal de especies exóticas, los movimientos migratorios, la deforestación, la conversión del bosque en tierras de cultivo, entre otros, crean las condiciones idóneas para que el mosquito aumente su rango de distribución y su reproducción”.
El investigador de la UEx tiene claro cómo corregir esta situación, “Además de fortalecer el control sanitario en el comercio de especies y prevenir el tráfico ilegal, es imprescindible promover la concienciación y la educación tanto en colegios y universidades como en las administraciones y gobiernos, sobre los riesgos y consecuencias de la deforestación en el cambio de los patrones en los vectores de transmisión de la malaria”.
Por ello, la principal labor de este investigador es trabajar con las comunidades indígenas y formar, a través de cursos y en el propio campo, a estudiantes en la captura de aves, extracción de sangre, mediciones, etc. Porque “proteger el bosque amazónico es proteger la salud de nuestros hijos y las futuras generaciones con independencia de donde vivamos”, reivindica el investigador.