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¿DÓNDE ESTÁ LA TOLERANCIA?

OPINIÓN
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 Considerando que la tolerancia, es el respeto que debemos hacia las opiniones de los demás, aunque no estén de acuerdo con las nuestras, pensamos que este es un concepto que se fundamenta en el reconocimiento de las diferencias que existen entre todos los hombres; sobre todo si tenemos en cuenta, que no todos somos iguales, ni pensamos de la misma manera.

 

         Ni todos vemos igual las cosas, ni nuestros hábitos son los mismos, por lo que el hecho de ser tolerantes, ya implica en sí mismo, que el hombre debe “saber estar».

 

         Existen muchas reflexiones al respecto: El respeto a nuestros semejantes, estar convencidos de que nadie ostenta la razón absoluta, son fundamentos de esa generosidad que supone el ser tolerante.

 

         Una Democracia sin ciudadanos tolerantes, se convertiría automáticamente en una Dictadura. ¿Pero, es que no nos estamos convirtiendo en unos dictadores en esta ciudad, dando pábulo a todos los comentarios malsanos (sean ciertos o no) que circulan cada día por la ciudad, sobre determinadas personas o situaciones de nuestro entorno, que bien merecerían un respeto, aunque solo fuera por el que nos merecen sus mayores?.

 

         Ser demócrata tolerante, supone la renuncia de muchos de nuestros intereses y la aceptación de las propuestas de quienes piensan de forma totalmente distinta a nosotros. Esa es la virtud de la tolerancia bien entendida. Por eso, cuando hablamos de tolerancia, la relación entre el saber estar y la ética son evidentes.

 

         Tratar con humanidad, es ponerte en el lugar del otro, adoptando y respetando por un momento su particulares acciones y puntos de vista y no dar crédito a los comentarios mal intencionados, sino esperar los veredictos de la justicia. Ese debería ser nuestro saber estar y sentir.

 

         Pero deberíamos preguntarnos si en los tiempos que vivimos, ejercemos de verdad la tolerancia plenamente o está relegada a aspectos menores de nuestra convivencia.

 

         ¿Valoramos más hoy en día, comentar a hurtadillas los problemas de los demás, aún a sabiendas de que los estamos ultrajando o callar  para siempre y silenciar los tropiezos de nuestros semejantes, pensando que también nosotros podemos caer algún día en el mismo o parecido problema?.

 

         ¿Preferimos el éxito económico y la fama, pisoteando el cuello de los demás para escalar puestos o en cambio luchamos y peleamos por tener una vida familiar ordenada y tranquila y rodeados del afecto de nuestras familias y amigos?.

 

         Nuestra condición de latinos, nos induce a no dar nuestro brazo a torcer y muchas veces confundimos el término «ceder» con el de «rendirnos», siendo conceptos bien distintos.

 

         Algunos pensarán que el poder, el dinero, el bienestar social o la notoriedad, son el «culmen”, de nuestros tiempos, sin tener en cuenta el orden, la decencia, la humildad, el respeto a los demás, etc.; (ese es su problema, aunque deberían rectificar a tiempo) pero otros seguramente seguiremos fieles a valores más antiguos (menos modernos), pero seguro más próximos a virtudes como la honestidad, la dignidad, la fraternidad, el recato, el decoro y la solidaridad. Yo particularmente me quedo con esto último y continuaré  tratando de ser sumamente tolerante, lo más éticamente posible.

 

         Sencillamente, yo no entiendo para qué sirven los múltiples golpes de pecho en las iglesias, o  es  que  yo  soy  muy  torpe        


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