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EL GRECO FUSTIGA A LOS GAYS

OPINIÓN
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[Img #37318]Hace poco se han dado dos acontecimientos aparentemente inconexos, uno exposición antológica de la obra del Greco, en Toledo, conmemorando el IV centenario de su muerte, y otro el día Internacional del orgullo Gay, que incluso nos lo recordó una bandera arco iris colgada en la sede de Presidencia de Mérida. Y es que me llamó la atención,  en la exposición, uno de los cuadros aparentemente más anodinos de la Muestra, la Expulsión de los Mercaderes del Templo. Pasaje evangélico en el que Jesucristo, ve que el Templo de Jerusalén se ha convertido en un mercado en el que se venden animales para los sacrificios, o se cambian las monedas de los judíos que de todas partes del Mundo conocido han llegado a Jerusalén,  y quieren cambiar las monedas de su lugar de origen por las que se utilizan en Judea, y se indigna, por la profanación del lugar más Sagrado para los Judíos.

 

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Sin embargo, si se mira con un poco de detenimiento el cuadro, nada tiene que ver  el título, con lo que se desarrolla en la escena.  El lema, que englobaba la muestra toledana era: “El Griego  de Toledo pintor de lo visible y lo invisible”.  De ahí, que  intenté descubrir algo más de lo que constituiría el simple cumplimiento de un encargo. Y me planté ante el mismo, para encontrar  ese mensaje para los iniciados, que sin duda existía escondido entre las figuras, y el resultado fue sorprendente. Esto es lo que he descubierto en un cuadro,  que parece sumamente convencional, hasta que te preguntas a qué vienen ciertas figuras, que escapan al sentido de la escena y que de ninguna manera deberían encontrarse allí, a no ser que lo que pretenda insinuar no es lo que se ve, sino  otra cosa. El Greco en este cuadro  “La expulsión de los mercaderes del Templo “, traído para la Exposición de la National Gallery de  Washington, no azota a los mercaderes, sino que fustiga al sexo. Deberíamos para comprender mejor su intencionalidad, conocer el período en el que se pintó, en Roma. Fue, durante el papado de Pio V, un papa reformador  que entre sus primeras acciones, entre otras cosas,  “expulsó”   a las prostitutas de Roma, además de encargar  al pintor Daniele da Volterra que cubriese las parte sexuales de las figuras pintadas  en la Capilla Sixtina por Miguel Ángel. Estos antecedentes, ya nos colocan sobre la pista de su intencionalidad. Si nos colocamos delante del cuadro, lo primero que encontramos, son unas palomas blancas enjauladas. La paloma siempre ha sido considerada como un símbolo de la “pureza”, de la “candidez” (cándido como una paloma), y estas se encuentran enjauladas, podríamos pensar que en el Templo de Jerusalén se vendían estas para los sacrificios, pero en modo alguno las colocaría junto a una mujer con un pecho desnudo en actitud erótica, que coloca su mano sobre la tapa para evitar que estas salgan. Más a la derecha nos encontramos otra figura simbólica, que aparece bien definida como  “símbolo de fecundidad y lujuria”, en muchos cuadros, como vemos en el Jardín de las Delicias del Bosco, el conejo. Pero es que además, ellos están junto a unas monedas de una bolsa, lo que nos trae a la mente la idea de; sexo pagado, la prostitución. Más adelante se encuentra otro símbolo clásico de “pureza” y virginidad, el cordero, que llevan como símbolo, vírgenes como Santa “Agnes” (cordero) llamada popularmente  Santa Inés. Y este cordero está atado  y maltratado. Y si subimos la vista nos encontramos con una extraña figura, ¡una perdiz¡ ¿Qué pinta una perdiz en el Templo de Jerusalén? Pero esta duda se aclara, cuando se acude  a un diccionario de símbolos y este nos habla de los diversos sentidos que tiene en la iconografía románica.  Y estos se basan  en la facilidad de la perdiz para el engaño,  pero es  que además los pájaros en general,  entre otros significados, tienen una simbología sexual, como se dice en el Apocalipsis de S. Juan  al hablar de Babilonia y la cita como “ la prisión  de los espíritus impuros, la jaula de los pájaros inmundos y odiosos” o mas modernamente, Loeffler,  afirma que “el pájaro como el pez, era en sus orígenes un símbolo  fálico” . Y si seguimos con nuestro recorrido iconográfico, vemos a un anciano que  tiene la mano sobre una cesta llena de pan. ¿Tiene esto algo que ver con la garantía y seguridad de la subsistencia para aquella se junte con él? Posiblemente, con lo que este significado se completaría  con la figura de la joven que lleva una cesta vacía y en la otra parte colgado como contrapunto un “gallo ” viejo, símbolo de una virilidad desaparecida. Pero quizás lo más llamativo en este cuadro, en el que los “mercaderes “no se inmutan, ante la presencia de Cristo con un látigo,  que sea la figura del joven que muestra al espectador su trasero, y que es  al único en todo el lienzo, al que no se le ve la cara, contra el que, si seguimos la trayectoria del látigo y la vista de Jesús, descargará el golpe. Evidentemente se trata de castigar el “pecado nefando”,  como llamaban a las relaciones homosexuales,( palabra del latín “nefas”  que  tiene una larga lista de significados, el  menos agresivo es “no permitido”), y este sentido de fustigar la homosexualidad tiene su confirmación en dos detalles; Uno, que está sobre una mujer, semidesnuda, pero no la toca, y dos; que los únicos jóvenes  de todo el cuadro, con el torso desnudo, no sabemos si desnudos totalmente,  con una expresión amanerada  y que huyen de la flagelación, están junto a él. Se podría seguir examinando el lienzo y nos depararía múltiples sorpresas, pero  creo que lo analizado es ya suficiente para ver,  que la escena del relato evangélico de la Expulsión de los mercaderes del Templo, es sólo un mero subterfugio que nada tiene que ver con el mensaje que deseaba  dar el Greco, y que lo que sí quería azotar era  al mundo del sexo y especialmente al mundo gay


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