Éxito en el estreno de la ópera Salomé en el festival de Mérida

Tres cuartos de entrada en el primer día de la representación de Salomé, » ópera para todos los públicos» que ha abierto la 60ª edición del festival de Mérida, un hito cultural que ilustra los meses de julio y agosto en la capital romana, donde el teatro se hace vivo y en esta ocasión la música con su ineludible mensaje llega a todos, en un espectáculo dirigido por Paco Azorín y en el cual la orquesta de Extremadura ha tenido mucho que ver para contribuir al éxito.

Azorín ha situado la acción de Salomé  en una embajada de principios del XIX, con una mesa-pasarela por la que desfilaban los personajes para presentarse a los espectadores, que han llenado hasta tres cuartos las 3.000 localidades del teatro.

La soprano alemana Gun-Brit Barkmin, que se alterna en el papel con Ángeles Blancas, ha demostrado disponer de una voz muy peculiar y atractiva después de estar cantando  una hora y tres cuartos una obra tan exigente, en la que pasa de caprichosa y manipuladora a enloquecer de amor.

La obra está  basada en la historia bíblica sobre la decapitación de Juan el Bautista y se ha concebido como “una ópera para todos los públicos”,. La puesta en escena es “muy teatral”, lo que la hace asequible tanto para un público de ópera como para el que se estrena por primera vez en este tipo de espectáculos musicales.

La Orquesta de Extremadura, bajo la dirección de Álvaro Albiach, ha interpretado  en directo la música de Richard Strauss, una pieza “muy difícil”, explica Azorín, pero“tremendamente sugerente y de las más sensuales”. “Salomé habla de la libertad y del deseo de la mujer y de una mujer que no parece tener límites para conseguir lo que quiere. Por eso la música es el máximo exponente de la sensualidad”.

Y en esa sensualidad de la música, una sensualidad oriental, dice haberse inspirado para crear la escenografía. Ésta cuenta como elemento clave con una luna de grandes dimensiones, cinco metros de diámetro, suspendida en el aire por una grúa y que, no solo preside toda la escena, sino que se va transformando a lo largo de la ópera para marcar diferentes estados de emoción.