DALÍ VS PICASSO: CONFRONTACIÓN INSÓLITA Y SURREALISTA DE DOS GENIOS

Dos conocidos hombres de teatro gestaron este increíble y desconcertante montaje que pudimos ver casi en familia en el sábado noche del Gran Teatro: su autor, el director del ilustre Colegio de Patafísica el pánico Fernando Arrabal, que tanto le gusta jugar con las emociones y con una batalla dialéctica entre los dos genios españoles de la pintura moderna, exiliados en París, Picasso y Dalí.

[Img #39223]El otro es el director de la obra y del teatro español Juan Carlos Pz. De la Fuente, que supo ambientarlos en un destartalado y sorpresivo antro parisino: en él aparece proyectado un provocador macho cabrío, un cuadro que se desliza solo, pintado por Dalí, “Premonición sobre la Guerra Civil”, motivo de vituperios por parte de Picasso, el cual defiende su Guernica y otros estrafalarios atrezzos.

 

         Este singular diálogo de besugos, que roza bastante el delirio, desemboca en algunas sonrisas, al enfrentar a dos seres tan diametralmente opuestos en estilos y mentalidad: el amanerado y redicho Dalí, un tanto exageradamente interpretado por Roger Coma, fónicamente insuficiente; frente a un soez, chabacano y vocinglero Picasso, rasgos que le resultaba difícil hacerlo verosímil a un buen actor como Antonio Valero. Ambos son interpelados por sus musas respectivas que voz en off les susurran o inspiran (Gala, o sea Irina K. o Julieta C, o sea Dora Maar), que, junto con unos efectos luminotécnicos, sorprenden y distancian a menudo al espectador. 

 

         La tensión dramática era creciente hasta llegar a un delirante desenlace, en el que tras desnudarse integralmente Dalí, le pide a un revestido Picasso que le ejecute su castración genital, para acabar con su pusilanimidad, después de haber compartido unas alubias demasiado blandas de una olla situada en un primer plano escénico.

 

         Al parecer, aclara su director,  esta confrontación fue ficticia, o más bien no existió en  realidad tal rivalidad, pues los dos eran exiliados en París y los dos se ayudaron mutuamente, pero ha sido un surrealista juego escénico para enfrentar a las dos Españas entonces en plena Guerra Civil, pese a que ideológica y políticamente estos dos genios de la pintura después fueron evolucionando: Dalí a posturas ultramonárquicas y Picasso a un exacerbado republicanismo.

 

          De todos modos, este insólito encuentro pictórico de los dos genios resultó un tanto frío y sobradamente arrabalesco, quizá también motivado por el escaso público que tibiamente aplaudió esta brillante ceremonia de la confusión.