Pasados los fastos del fin de semana, con celebraciones Eucarísticas en Badajoz y Mérida por la toma de posesión de Monseñor Celso Morga Iruzubieta como Arzobispo Coadjutor de Extremadura, llega la hora de que se haga una limpieza fondo de las alfombras de la Archidiócesis; de no ser así, Monseñor Morga se encontrará con más de un problema en el futuro.
Antes que nada, debe cesar de inmediato a Juan José Montes, encargado de un periodicucho llamado Iglesia en Camino que nadie lee y nadie paga. Está en las iglesias extremeñas los viernes por la tarde y aunque se piden 50 céntimos de euro por ejemplar, no vale ni un real. No lo decimos por sus colaboradores, pero sí por la escasa calidad de un producto que es imagen de una Archidiócesis que es la extremeña, que cuenta con mejores profesionales cualificados para su dirección. Montes ha venido viviendo de la sopa boba y mal no le ha ido. En mi modesta opinión, es un mal profesional que no perdona vacaciones ni fines de semana, a pesar de lo mal que lo ha pasado el Arzobispo. Además, como consejero de Prensa es nulo, amenazando a medios de comunicación y cosas por el estilo que prefiero callar.
El Arzobispo Coadjutor debería buscarle una salida honrosa, porque de buen cristiano es saber perdonar, pero no permanecer a su lado justo más que lo necesario, pues las personas que no se comprometen con el proyecto, y más si éste es de Dios, son dañinas y los corrompen todo. Sólo hace falta, Monseñor, que vea usted la página web del Arzobispado: no solo es horrible, es incomprensible. Mi sobrina de siete años sabe hacerla mejor, se lo aseguro.
Y después vienen los que han actuado por acción y por omisión. En primer lugar el Obispo de Plasencia, Monseñor Amadeo Rodríguez Magro, quien pese a saber que los ataques foribundos contra don Santiago García Aracil eran fruto de la imaginación de José Manuel Vidal, ha seguido manteniendo su blog en Religión Digital, sin que lo haya utilizado, ni por un momento, para defender a su Arzobispo.
Somos conocedores, como buenos católicos, que el de Arzobispo es un cargo honorífico y que para nada influye en el gobierno que de la Diócesis haga su Obispo, pero solo por solidaridad Amadeo Rodríguez Magro tendría que haber hecho ver al director de Religión Digital que estaba matando moscas a cañonazos. Las cuentas de las obras realizadas en el Palacio Episcopal de Badajoz y en el Seminario Diocesano de la capital pacense están claras. ¿Puede decir lo mismo Amadeo Rodríguez Magro de dónde ha ido a parar, por ejemplo, el dinero del Domund recaudado hace unas semanas? ¿Y de su tren de vida?
En cuanto al apartado de omisión nos encontramos al Obispo de Coria-Cáceres, Francisco Cerro Chávez, quien tampoco ha dicho esta boca es mía cuando han atacado a su Arzobispo. Ha preferido permanecer en silencio, como los cobardes, y ha rehuido, incluso, las preguntas de un periodista sobre la polémica de las obras.
Estos dos personajes han demostrado que tampoco pueden, ni deben tener la confianza de Monseñor Celso Morga Iruzubieta. Ocurre que a Don Santiago lo han cogido ya muy mayor; de lo contrario, el todavía Arzobispo de Mérida-Badajoz hubiese puesto las cosas en su sitio mucho antes. Pero sin un comunicado conjunto de las tres Diócesis extremeñas arropando al Arzobispo, Jose Manuel Vidal ha visto el cielo abierto para atacar a Monseñor García Aracil. Con quien no se atreve éste listo es con Carlos Osoro, Arzobispo de Madrid, por la cuenta que le trae. Analicen sólo un dato: ¿de dónde proviene la publicidad de Religión Digital? De Madrid, no, como para emprender una acción similar contra el titular de la Cátedra.
Juan José Montes, Amadeo Rodríguez Magro y Francisco Cerro Chávez deben estar fuera antes que después, si el Arzobispo Coadjutor quiere centrarse, como dijo en su Homilía de presentación en Mérida, de pastorear a sus ovejas. Estos tres son lobos disfrazados con piel de cordero y solo pueden hacer perjuicio. Ya lo han hecho: el primero, asesorando muy mal al Arzobispo; el segundo, yéndole con los cuentos al director del periódico digital que continúa arremetiendo contra Monseñor García Aracil, y el tercero dando la callada por respuesta.