Este viernes 21 de noviembre, la Iglesia celebra la Presentación en el Templo de la Santísima Virgen María. Según el escritor y sacerdote diocesano Jesús Sánchez Adalid –adscrito a la Concatedral de Santa María La Mayor de Mérida–, los orígenes de esta fiesta “hay que buscarlos en una piadosa tradición que surge de un antiquísimo documento, el escrito apócrifo llamado “Protoevangelio de Santiago”. Según este documento, la Virgen María fue llevada a la edad de tres años por sus padres San Joaquín y Santa Ana. Allí, junto a otras doncellas y piadosas mujeres, fue instruida cuidadosamente respecto la fe de sus padres y sobre los deberes para con Dios”.
Como de tantas cosas de la vida de Jesús, de María, de los santos, dice el sacerdote y escritor extremeño Sánchez Adalid “hallo una enseñanza en este precioso relato para mi corazón”:
“Imagino cómo llegaría ella al Templo, de la mano de sus padres. De la mano de Joaquín, llena de fuerza y confianza, sujeta la manita tierna de la niña; y Ana, su madre, está feliz…
Con su inocencia, jamás perdida, y su ternura, exquisitamente multiplicada en años venideros, va acercándose la pequeña al lugar del que tanto le han hablado, y va aprendiendo a reconocer y adorar al Dios eterno de sus amados padres y sus antepasados.
Por estas cosas de la imaginación, descubro a una María niña, débil, alegre…
Va subiendo las escalinatas… Al llegar al último peldaño distingo, a una prudente distancia, a la anciana profetisa Ana…, que mira a la niña de ojos dulces, belleza serena y sonrisa de cielo.
Y Ana guarda ese rostro en su corazón…, pues el rostro de María es inolvidable.
¡Nadie puede olvidarte, Madre! Una vez que se te ha conocido, no es posible el olvido. No te apartes de mí, María. Ayúdame, sostenme, acércame a Dios”.