Desde entonces, yo montaría líricamente en él, sin albarda, naturalmente, y lo iría describiendo, como un relator, con tus palabras, Juan Ramón, con el lirismo que lo creas y recreas, porque “Platero” es esencia, revindicar a este animal tan mal tratado, sufrido y ausente. Tú lo descubriste, lírico bajo ese cielo azul, y entre tú y él surgiría un amor, un afecto, una suavidad, una dulzura como si la luz plateada de Moguer, engrandeciera una figura tan maltratada, que los campesinos, qué le hicisteis al pobre Platero, cómo derramasteis sobre su figura esa leyenda negra, tan extendida por besanas y veredas, ese trotecillo que hace camino al trotar, ese animal que no se queja – por más que al amo se le vaya el látigo y ¡el arre, burro! -, rebuzne sí, pero qué importa, que para eso estás / estabas tú, Juan Ramón Jiménez, para alzar un mito en la Naturaleza hermosa de Moguer.
Y quizás tú, poeta mayor de esa Generación de liras y endecasílabos, de sonetos y palabras suaves y dulces, como si le arrebataras metáforas a un campo de nenúfares, y llenaras la cincha y la albarda de endecasílabos, y hasta le dirías: “Chiquito, hasta el asno es bonito”. Sólo tú, Juan Ramón, has metido a “Platero” a gozar en la inmensa cuadra de la lírica, y le harías una albarda, suave y de algodón y, sobre todo, con tu voz lírica has hecho de la vereda o del barbecho una alfombra para que “Platero” no sea un animal más, sin el castigo rutinario y malvado de la fusta del hombre.
Si no llega a ser por tu voz poética, qué habría sido de los “Plateros” que en el mundo han sido. Aquel “asno que se fue a Roma y asno se torna” o “ir bestia a Salamanca y volver asno, a muchos ha pasado”. Qué falta de sensibilidad. Yo subiría a uno y le hablaba como tú; y me obedecería, si tu no dices lo contrario. Ahora que “Platero” ha cumplido un siglo – 1914 -2014 -, ya es raro encontrarlos en esta Naturaleza mecanizada. Ni estos pocos campesinos, ni en los pueblos, ya se han desprendido de ellos: ni los chicos conocen su estampa, ni oyen su rebuzno. Sin embargo, sus admiradores, los que vemos en él una figura animal y lírica, nos toca la fibra sensible del espíritu, pues sí, como si se tratara de un amigo al que le leemos versos en la cuadra de la lírica; y en Málaga, Juan Ramón, hasta tiene una estatua tu “Platero”, y mi paisano, el periodista, José Julián Barriga Bravo, atesora tantos, en ediciones de libros, que, en su casa cacereña de Garrovillas, ya no quedarán establos para tantos “plateros”. Tú, J.R. J., lírico mayor del Universo, estate tranquilo, que buscaré un pollino – Jesús hasta entraría, con él, entre ramos en Jerusalén -, y me iré hasta Moguer, tranquilamente, para verte /veros cuando el sol deje, entre las nubes, un haz deslumbrante de metáforas. Y seré feliz.