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LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Y ADOLESCENCIA

OPINIÓN
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[Img #40666] “Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida”

Jorge Luis Borges

 

Es evidente, que la inteligencia emocional, se ha convertido en una competencia necesaria, para el buen desarrollo de la persona de un modo integral, ya que se trata de un conjunto de habilidades necesarias que favorecen el conocimiento de los estados emocionales, identificando las emociones, y comprendiendo nuestro mundo interior para proporcionar respuestas adaptadas a las demandas de nuestro entorno.

 

Según Zaccagnini (2004), en los últimos  años, las emociones han suscitado  mucho interés y es necesario para todos, conocer el mundo de los sentimientos en todos los ámbitos de la vida.

 

El adolescente (12 – 18 años), está caracterizado por multitud de altibajos en las emociones, en las que les resulta muy difícil gestionarlas, y lo por ello es más difícil su adaptación social. En este grupo de sujetos, es indispensable que se desarrolle un buen nivel de inteligencia emocional, para que puedan hacer frente de forma adecuada, a los diversos conflictos a los que se enfrentan en la vida cotidiana.

 

Hemos evolucionado y desde el siglo XX, en los centros educativos, comenzó a existir la dimensión afectiva y emocional, es esto, un paso importantísimo, ya que hasta hace muy poco tiempo, solamente se ha tenido en cuenta la dimensión cognitiva, provocando en algunos adolescentes consecuencias nefastas, como la merma de su autoestima, por ejemplo, ante etiquetas carentes de otro tipo de información.

 

Los profesionales, en los diversos ámbitos, que integran la afectividad y las emociones al sistema educativo de modo integral, se han visto favorecidos con respuestas muy positivas, no solamente a nivel académico sino también, en la adquisición de habilidades sociales y emocionales, para prevenir el alto riesgo al que están sometidos los adolescentes en un mundo con frecuentes peligros y desafíos.

 

Debemos conocer también, que debido a la preocupación constante por esta etapa educativa, algunas instituciones  y organizaciones, han confeccionado programas de prevención educativa, que van desde la educación vial, hasta la prevención del alcohol y tabaco, el multiculturalismo, etc.

 

Desde mi punto de vista, sería necesario incidir en el origen de estas conductas de riesgo, que a veces presentan los adolescentes, e insisto, formar al mismo en un conjunto de habilidades emocionales, para cimentar y construir en este grupo de sujetos, una personalidad con la autoestima fortalecida y así puedan gestionar sus sentimientos, resolver los conflictos que puedan surgirles satisfactoriamente, para que tomen decisiones de forma adecuada y sean ellos mismos,  los que elijan actitudes proactivas en función de su bienestar en todos los ámbitos de su vida. Con una educación en valores, la teoría que se les ofrece en las instituciones educativas, con forma fragmentada y desvinculada de una vida real, pasará a un segundo plano,  y esto podrá ayudar a los adolescentes, en esta etapa difícil, a favorecer la prevención de los trastornos del comportamiento.

 

LAS EMOCIONES HABLAN DE NOSOTROS MISMOS Y DE LOS DEMÁS…

 

Todas las reacciones de las personas, son respuestas motivadas por la emoción. Cuando gritamos, hacemos muecas, insultamos, golpeamos, el daño autoinflingido,  son emociones donde la capacidad de reflexión  y el pensamiento lógico se van perdiendo ya que lo único que se manifiesta son los impulsos. Esta falta de autorregulación de los impulsos, pueden llevarnos a deteriorar relaciones de seres queridos con los que convivimos todos los días. El papel de los padres en este tipo de situaciones, debería ser escucharlo, abrazarlo y tranquilizarlo, porque en esas emociones, va implícito el “grito de auxilio”, que normalmente el menor manifiesta, cuando se siente asustado. Normalmente esto es difícil, y solemos engancharnos con la ira y el enojo del otro. Los padres frecuentemente, nos sentirnos involucrados en las crisis de nuestros hijos. Nosotros somos los padres adultos, los que debemos dominar la situación e intentar controlarla,  con reacciones maduras. Debemos observar qué es lo que falla en la relación con nuestros hijos. La comunicación es muy importante…

 

Debemos comenzar por nosotros mismos, siendo adultos en todos los momentos. Sabemos que ser padres, no es nada fácil y que se nos exige tolerancia a la frustración, empatía, templanza, asertividad, buena autoestima y autocontrol emocional. Esta sería la medicina perfecta, para aplicarla a la relación de adolescente-padres, y como padres emocionalmente inteligentes en relación al adolescente.

 

Es muy importante que los hijos aprendan y si actuamos de esta forma, obtendremos muchas más satisfacciones y beneficios, ya que aumentará también la inteligencia emocional de ellos, para lograr una interacción equilibrada y armoniosa.

 

Mientras tanto…seguiremos aprendiendo juntos…

Un abrazo intenso.

 

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