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ACEDO: NO ES UN ÓRDAGO

OPINIÓN
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No es un órdago. Pedro Acedo no le tiene apego al sillón. Tiene apego a Mérida, su ciudad, a los emeritenses que le quieren de igual manera que él les quiere a ellos. Ya lo demostró en 2007 dejando como cabeza de lista a Pilar Vargas Maestre quien no pudo con Ángel Calle. El único que le ha dado por cuatro veces la Alcaldía al Partido Popular es él. Y si dice, como ha dicho, que se marcha como se venda la Residencia Oficial de los presidentes se va. Más con una familia que no vio bien que se presentase de nuevo en 2011. Pero a él le puede Mérida. Está muy agradecido por cómo ha sido tratado, aunque al principio los periodistas, aquellos que todo lo saben, no apostaran por él, y el único que lo sacaba a la luz era este menda desde las páginas del por entonces EXTREMADURA.

 

José Antonio Monago es un inconsciente y un desagradecido. En el último Congreso Regional del Partido Popular Pedro Acedo cedió a sus pretensiones y le dio la Presidencia del partido y, por ende, después,  la Presidencia de la Junta de Extremadura. Querer quitar a Mérida un edificio emblemático es como sesgar una mano a su alcalde. El presidente del ridículo Gobex no tiene vergüenza; lo ha demostrado en los dos últimos meses y lo continuará haciendo. Debe irse a su casa por el bien de los extremeños y de los emeritenses.

 

Es tan razonable la postura de Pedro Acedo, y tan elegante,  que no carga contra Monago, cuando pudiera hacerlo, e insiste en que en la reunión del 15 de diciembre ambos acordaron que Mérida presentaría un proyecto de viabilidad para el inmueble y que en este proyecto se comenzó a trabajar desde el primer minuto. Dice más: que si hay que suprimir la piscina se suprime y que se recortarán los gastos innecesarios. Es lo que hace un buen gestor, no el fanfarrón que está apoltronado en el conventual de Santo Domingo, en la Plaza del Rastro, escondido más bien por cómo van los sondeos que dicen que es el líder peor valorado de Extremadura y parte del país. Sin embargo, la prudencia y lealtad de Guillermo Fernández Vara a Extremadura es un  hecho y así hay que constatarlo.

 

La Residencia Oficial de los presidentes debe estar en Mérida, al igual que la Delegación del Gobierno y cuantos organismos representen a la Comunidad o al Estado. Mérida es, según el Estatuto de Autonomía, la capital de Extremadura. Lo que no dice el Estatuto es que sería únicamente la sede de las Consejerías. De una matriz, que es Mérida, pueden habilitarse en todas las comarcas extremeñas los satélites que se quieran, pero teniendo en cuenta cuál es la capital. Pero sucede que José Antonio Monago vive muy bien en Badajoz, en una urbanización de lujo custodiada día y noche por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Los propietarios de tan espléndidas casas están encantados con Monago: no tienen que pagar seguridad privada, algo que sucedía con Secoex tiempos atrás.

 

Pedro Acedo es muy claro cuando le tocan a Mérida: o la Residencia Oficial de los presidentes se mantiene como tal o dimite o no se presenta a la reelección. Y esto conllevaría para el Partido Popular un coste elevado, porque el único que puede garantizar la Alcaldía es Acedo, por muy bien preparados que estén Fernando Molina Allen o Miguel Valdés Marín.

 

No sé a qué espera el Partido Popular nacional para poner orden en el desconcierto que el presidente Monago tiene en la región. Por mucho menos, sin entrar en comparaciones, han dimitido ministros, congresistas y alcaldes. Monago es un impresentable. Matar muriendo. Morir matando. Esperemos no tener que ver esto y que la razón y lógica de Pedro Acedo imperen. De lo contrario, los emeritenses no sabrán quién va a solucionar sus problemas. Por lo menos, los momentáneos. Y todo ello, cuando Pedro Acedo estaba feliz porque 2015 sería un buen año y había preparado un gran plan de inversiones.

 

Desde luego es lo que tiene la política: los buenos siempre están por debajo de los cafres y así nos luce el pelo a todos.

 


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