Ese, que la única gracia que tiene es desparramar su comida por el suelo a dos metros a la redonda, que se pone a cantar para llamar la atención y me despierta los sábados muy temprano solo para fastidiar y que entre lo que tira y se zampa, me gasta un kilo de alpiste al mes, ese… ese es un cantamañanas.
Y que no me venga ahora algún defensor de los animales con sermones, que Piolín se sabe defender perfectamente, solo le falta silbar cuando pasa el repartidor cachas del butano y pedirle que suba una a tercero.
En cambio, tener una mano, autónoma y sin cabeza, es la mejor inversión si sabemos aprovecharla bien. Ni aspiradoras, robots, vaporetas ni puñetas, tú pones en esa mano una bayeta y hace milagros, cuando llegas del curro tienes la casa como los chorros del oro… suelos, baño, ventanas… y sin protestar ni hacer gasto.
Además te puede rascar la espalda o sujetar el móvil mientras das la vuelta a la tortilla de patata. ¡Y con cinco dedos! es que lo tiene todo.
No es por dar ideas pero esto sí que sería tener mano de obra barata.