El escenario: un centro de salud, de una localidad de nuestra Comunidad Autónoma, tres plantas con consultas en el complejo sanitario (planta subsótano, planta baja y primera planta), un único ascensor muy utilizado por los usuarios, máxime cuando gran parte de los pacientes poseen una edad avanzada y precisan de la utilización del mismo.
El ascensor precintado durante días sin poder ser utilizado por los usuarios, continuas “reparaciones” que no subsanan o arreglan el problema, avisos constantes y reiterados a los órganos competentes para solucionar la situación, e incluso solicitando la posibilidad de sustitución del aparato, usuarios asmáticos, pacientes subidos a pulso por las escaleras por familiares y trabajadores y otros con dolencias cardíacas deambulan escalera arriba escalera abajo por que el único ascensor permanece inutilizado, inactivo.
Parece un relato de la Extremadura preautonómica y en algún municipio de poca población. Pues no es el Centro de Salud de “Plaza de Argel” de Cáceres, donde esperemos que ningún día suceda un percance y nadie que vaya al Centro de Salud a mejorar su salud se encuentre con un agravamiento de la misma, e incluso, consecuencias fatales.
La Sanidad pública extremeña de la que todos/as hemos presumido, no puede permitirse este funcionamiento anormal de la Administración Pública, y la pretendida “racionalización” del gasto público, no debe suponer una merma en la calidad del servicio público sanitario.
El desprestigio actual de la política y de sus gestores públicos es grande y con situaciones como esta logra alcanzar su grado superlativo.
Hoy en día acudir al citado Centro de Salud para los pacientes y trabajadores, que no tienen más remedio que utilizar el ascensor, no es sinónimo de cura, tratamiento, rehabilitación, sino más bien, de estrés y peligro.