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LA PRIMAVERA LA ALERGIA ALTERA

OPINIÓN
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[Img #42542]Queda poco tiempo, porque el tiempo pasa rápido y las estaciones van llegando…, se solapan, o remolonean, o se apresuran, pero llegan…, y aquí tenemos ya a las puertas, a la dulce Primavera…, la estación del color, de la exuberancia, del calorcito.  La estación alegre por antonomasia. La estación que eleva el amor al grado sumo. La estación hermosamente versada. La estación acaparadora de cielos azules, de atardeceres sublimes, de noches despejadas, de calles bulliciosas y terracitas a rebosar en cuanto el sol hace presencia. Parques llenos de risas y juegos de niños que dejan atrás el claro oscuro del Invierno. Bonitas postales que yo disfruto bajo mi mascarilla, mi dosis diaria de ebastina y mis gafas de sol aunque un día no salga el sol…

 

Llega la primavera después de un casi eterno invierno al que yo cada vez quiero más, llega sí, y el temor de los síntomas me amarga un poco mi semblante, pero lo asumo con valentía y buen humor. Sobrevivo hasta bien entrado el mes de julio siguiendo los preceptos anafilácticos de mi alergólogo para conservar mi vida sin demasiados cambios. Sigo haciendo deporte al aire libre, por ejemplo, bajo mi estampa de una Dark Veider moderna que llama la atención de grandes y algo de temor en los pequeños, y no sé por qué, somos tantos alérgicos en este mundo, que no debería extrañar ver a una persona de esta guisa, pero aún se queda la gente mirando y escucho a menudo la famosa frase “¡ay, pobrecita!” y sonrío bajo la mascarilla aunque realmente esté rabiando por dentro, porque se queda corta la frasecita.

 

Ser alérgica es, como me dicen mis amigos, “una putada”. Bueno pues sí, ser alérgica es ser una enferma sin serlo, es ser una enferma intermitente, ¡ay!, y no saber qué te espera cada año es una incertidumbre. Tú quieres que llueva en invierno, pero que no llueva tanto, para que no haya tanta floración y ahora me gustaría que lloviera para que el polen que ya hay por el aire no me amargue la existencia. Y a mí esta estación amorosa, florecida y soleada personalmente, me tendrá pegada al televisor cada tarde para ver después del tiempo los niveles de polen que habrá cada día en la zona donde vivo…

 

 

A menudo la frase de mis amigos: “¡este domingo vamos al campo!” me crea ansiedad. Diría que hasta me entristece… Si no hace aire, bueno está, me presento camuflada como si hubiera un virus mortal cerca, con mi mascarilla, las gafas de sol, el colirio y una tonelada de pañuelos de papel para el incesante moqueo que me causa a mí esta poética estación. Y si hace aire pues me como la tortilla de patatas en mi casa y acudo sólo al café y los dulces bajo mi escafandra, y mi kit de supervivencia. Y ya cuando llega el verano… ¡ay el verano!, en la piscina, ese maravilloso césped cortado con esmero, verde, mullido, donde tiendes tu toalla para relajarte a tomar el sol, se convierte en un calvario para mi piel , me convierto en un Buda encima de esa toalla sin moverme, en posturas imposibles para que ninguna parte de mi cuerpo roce esa gramínea maldita y salga de allí rascándome como si no hubiera un mañana…¡por eso no me gustan las piscinas!

 

Y así es que me dedico a mí misma este poema corto que he escrito:

 

La alérgica

 

¡Ay olivos y gramíneas

tan bonitas en el campo!

¡Ay campos exuberantes de colores inundados!,

¡qué pena tengo en el alma

por no poder disfrutaros!


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