GOBERNAR EN SOLITARIO, SI LA DEJAN

Se ha echado para adelante con el paso firme. Ya veremos si no tiene que dar marcha atrás. La flamante ganadora de los comicios andaluces, Susana Díaz, ha repetido hasta la saciedad que gobernará en solitario después de haber tentado a Ciudadanos, en primer lugar, y a Podemos, en segundo. Ningún partido quiere entrar en el Gobierno de Andalucía, lo cual complica la situación de la sevillana, pues con 47 escaños de 109 que configuran el Parlamento tendrá que hacer buena praxis de diálogo a raudales. Por otra parte, viene escaldada de su anterior pacto con Izquierda Unida, que le supuso un quebradero de cabeza tras otro, por lo que no es de extrañar que después de esta larga noche postelectoral haya decidido lo más conveniente para ella y para Andalucía: gobernar en solitario, si la dejan claro.

 

No ha pasado un día de la victoria, por lo que es pronto para sacar conclusiones que no sean precipitadas, pero Susana Díaz deberá armarse de grandes dosis de paciencia y buscar acuerdos puntuales con Partido Popular, Podemos, Ciudadanos e Izquierda Unida según el caso. Pero siempre con el rabillo del ojo pendiente por si le tumban este o aquel proyecto que trate de sacar en la Cámara . La situación no es fácil, pero los andaluces han querido que sus políticos se pongan, entre todos, de acuerdo en los asuntos más importantes que les preocupan y el principal de todos el paro. Con una tasa del 35 por ciento de parados las políticas socialistas deben encaminarse a buscar fórmulas que mitiguen el mal endémico de esa Comunidad Autónoma legislatura tras legislatura. Sería defraudar las esperanzas puestas en Susana Díaz si se deja pasar un solo día sin bajar esa maldita cifra que todo lo condiciona.

 

Pero no todo depende de ella. Está a merced de lo que diga el Parlamento y los grupos políticos que lo conforman tras el 22M. Y también del equipo de gobierno que configure. Aquí se verá su liderazgo en el partido ha logrado dirigir. El aparato de Díaz es fuerte pero está fragmentado en pequeñas tribus que todas reclaman su parte del pastel. Es una cosa que en Extremadura parece haberse acabado con Guillermo Fernández Vara. Prueba de ello son las listas a la Asamblea que presentaba el sábado. Hechas a su medida y con el único propósito de lograr cuantos más diputados mejor. Pero Extremadura no es Andalucía. Nosotros tenemos un millón de habitantes; nuestra región hermana ocho millones y controlar a tanta gente es más difícil de lo que parece.

 

Susana Díaz ha decidido que puede con todo lo que le echen encima, pero hay muchos factores que condicionan su acción de gobierno y no me refiero única y exclusivamente al número de escaños. Ahora le toca convencer partido por partido qué es lo que hace cada día en el Palacio de San Telmo. Una moción de censura es impensable dado el panorama político salido de las urnas, pero una paralización de la gestión que la obligue a tener que convocar de nuevo elecciones anticipadas no es descartable.

 

En cualquier caso, no seré yo quien chafe aquí y ahora el momento dulce por el que está atravesando la presidenta electa de los andaluces. Pero sí le digo que aprenda de los errores del pasado y haga del diálogo su banderín de enganche. Cuando varias partes se ponen a negociar siempre existen puntos que acercan y otros que separan. Que cumpla su programa electoral, no le estoy pidiendo otra cosa, pero también que sepa matizar los puntos en desacuerdo para que Andalucía sea una región gobernable y gobernada, en este caso por una mujer de 40 años.

 

Con buenos propósitos no sirve. Diálogo es la palabra clave dada la situación actual.