MISCELÁNEA

Una, aunque ya no cumple los veinte años, empieza, no obstante, a preocuparse cuando lee las actividades lúdicas y recreativas que se programan en los últimos tiempos para Cáceres. Parecen preparadas para la tercera edad. A ritmo medio. A ritmo bajo. Con poco ritmo. Miren, por ejemplo, lo citado oficialmente para un día cualquiera, festivo por más señas: actividades solidarias en las calles, banco de alimentos «prestadores» de sus recursos a comerciantes necesitados de hacer ventas que luego devolverán en dinero, elaboración y venta de mandiles por personas mayores, primera presentación de la presentación de una feria del libro de la que «se caen» un porcentaje importante de libreros, festivales de saetas, actos preparatorios de cofradías, inauguraciones de «primeras piedras», nombramientos de hijos predilectos a mogollón, etc, etc.

 

Nada tengo en su contra, es más, las respeto, he asistido a ellas cuando se me ha invitado. Pero solo actividades con ese perfil hacen pensar que la ciudad no está buena. Que no es plural ni universitaria (en el más amplio sentido de ambos términos). Perdónenme, que no marcha…si creemos literalmente que algunos de los actos proyectados son los más interesantes que se pueden ofrecer. El otro día un joven hasta se atrevió a echarme en cara esa ausencia de iniciativa (como si yo pudiera hacer en estos momentos algo). Ese recrearse, cual pequeña localidad provinciana, en un conjunto de «divertimentos» propios de finales de los siglos XIX o XX, estando (que yo sepa) en el XXI. Por eso, quizá la mayoría de la gente joven de edad o de mente, va y viene del corazón a sus asuntos (ya lo dijo el poeta) y hace nada, o muy poco, por comprometerse con la ciudad feliz de inauguraciones y promesas de última hora. Y les alabo el gusto. Más les vale si quieren mantener la suficiente higiene de pensamiento expansivo.

 

Ganó Susana Díaz en el sur y su éxito ha sido examinado por tirios y troyanos. Es mujer, está embarazada y hubo quienes no dieron un euro por ella en todo este tiempo. Con la victoria del domingo pasado («a quien tiene se le dará» -dijo el profeta) se ha quitado de encima el «san benito» de no haber sido elegida por las urnas, al tiempo que ha puesto al PP andaluz en un segundo lugar, bajándolo del predominio que tenía en el Parlamento. Lo cual justificaría por si sólo, desde un punto de vista estratégico, la convocatoria anticipada de las elecciones. En política se aprende de varias maneras: en los libros y en la vida. Y los que aspiren a ser referentes han de saber que si los votantes son sabios cuando los eligen, también lo son cuando no lo hacen. Si me apuran, podemos girar la ecuación: si los votantes no son sabios unas veces, no los son otras. Así que «menos lobos» y menos enfados de aquellos partidos con demasiadas expectativas, cuando la realidad llega con su saquito de sentido común. Porque señores, a veces los sucesos políticos ni siquiera parecen justos según el criterio subjetivo de turno, como no lo es el reparto de belleza o de inteligencia entre los seres humanos. O la riqueza de cuna. Pero las reglas de juego si se aceptan, se aceptan con todas las consecuencias.

 

Me entusiasma la radio. Es toda una fuente de información. Siempre con la noticia. Siempre con las personas, con sus asuntos. Le va en ello el seguir siendo el medio favorito de los españoles. Así nos enteramos al minuto de cuánto sucede en el mundo. Hoy ha tocado entrevista con Felipe González. Como siempre dice cosas interesantes y las dice de forma entendible. Me quedo con eso de la psicopolítica y de la necesidad de la empatía, entre elegibles y votantes, necesaria para ganar unas elecciones. Me quedo con su comentario de que «todo parece estar en estado líquido», porque es la sensación que muchos tenemos, en «este ambiente de fin de ciclo» del que muchos somos conscientes. Y ay, el accidente aéreo de los Alpes, ¡qué horror!