Digital Extremadura
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Subir y bajar, del valor a la memoria, del teatro al placer; andanzas que se le piden al tiempo cuando aprieta la complicidad y las cosas se ponen en el momento adecuado. Para andar con zapatos de cartón, botos, alpargatas o pies desnudos. Fijar la vista en un cuarto de luna, allá los páramos ocres de la tierra que se arden por un cante,  múltiple ocasión para la estética. Han comenzado los cohetes a llamar por los sembrados a las gentes que esperaban brincos de algarabías, han empezado las andanzas del sol que no para de iluminar caminos que conducen a las solanas, donde algunos intentan creer y otros se quitan el sombrero desde el caballo o desde el respeto.

 

         Se fija la mirada en el infinito de los ojos de quien ama, sea agnóstico o mendigo, todas las veces que el pulso aguante. Siempre está alguien esperando y alguien que busca; la andanza de la memoria escrita en la frente de estos límites de olores que la primavera ha puesto en la cintura del espacio para un suspiro, para un encuentro.


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