La Comisión Regional de Pastoral Obrera ha emitido un comunicado sobre el “Día Mundial de la seguridad y salud en el trabajo” que se celebra este martes 28 de abril. Además, a las 22 horas en la Concatedral de Santa María en Cáceres, tendrá lugar una Eucaristía bajo el lema: «No a la siniestralidad laboral».
El 28 de abril es una cita que nos recuerda la necesidad de promover el trabajo digno, seguro y saludable. En el trabajo humano debe prevalecer el respeto a la integridad física y psíquica de los trabajadores. Para San Juan Pablo II, “el trabajo está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo” (LE, 6). Desde la comisión regional se lanza el lema: ¡El trabajo es para la vida! ¡No a la siniestralidad laboral!
Desde el 2003, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) organiza el Día Mundial para rendir homenaje a las víctimas de los accidentes de trabajo y enfermedades profesionales.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) estamos expuestos a más de 143.000 productos químicos peligrosos en el trabajo y en el consumo, con el resultado de al menos 4,9 millones de muertes cada año en el mundo.
El 28 de abril es una cita que nos recuerda la necesidad de promover el trabajo digno, seguro y saludable. En el trabajo humano debe prevalecer el respeto a la integridad física y psíquica de los trabajadores y trabajadoras.
En nuestro país, la siniestralidad laboral aumenta, por causa de la crisis que está haciendo que aumente la precarización de las relaciones laborales, la contratación temporal y a tiempo parcial, las relaciones laborales tienden a la individualización, las altas tasas de empleo y el miedo a perder el empleo, la rotación entre empresas, y el debilitamiento de la negociación colectiva… convierten en papel mojado los derechos de los trabajadores y trabajadoras… explican el repunte de accidentes laborales y está deteriorando la prevención.
Sí, como dijo San Juan Pablo II, “el trabajo está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo” (LE, 6), no es admisible que la persona se sitúe como la principal prioridad a proteger.
El accidente laboral no deja de ser la trágica manifestación de una cadena de abusos y desprecios que los trabajadores acabamos pagando con nuestra vida o salud.
La administración, los empresarios y los sindicatos, cada uno en su grado de responsabilidad, deben redoblar los esfuerzos para lograr una mayor prevención y seguridad en el empleo en ambientes laborales saludables.
No podemos permanecer callados ante este drama humano que oscurece los horizontes vitales de tantas personas y familias. Jesús nos recuerda el deber de cuidarnos unos a otros y de responsabilizarnos de la suerte de los más desfavorecidos, “cuanto hicisteis a uno de estos hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25,40).
Por eso, insistimos: ¡El trabajo es para la vida! ¡No a la siniestralidad laboral!
ALGUNAS CIFRAS
6.300 trabajadores y trabajadoras mueren, ¡cada día!, por accidentes y enfermedades laborales, 2,3 millones cada año.
En España en 2014: Accidentes de trabajo con víctimas mortales fue de 565, 7 más que en 2013. En enero de 2015 27. Accidentes con lesiones graves 3.234.
El número total de accidentes con baja en el empleo fue de 482.578, 14.548 más que en 2013.
La universidad de Zurich en un estudio, realizado en 63 países, afirma que al menos 45.000 de los suicidios registrados cada año en el mundo (uno de cada cinco) está relacionado con el desempleo o el miedo a perder el empleo
UNA PREGUNTA
Esta catástrofe, ¿es una fatalidad inevitable o podemos evitarla? No es ninguna fatalidad, tenemos los conocimientos y los medios para evitarla en la inmensa mayoría de los casos. No se evita porque se niega en la práctica que la persona debe ser siempre lo primero, porque se ha puesto en su lugar la rentabilidad, el dinero.
Necesitamos una forma de sentir, pensar y actuar (personal y social) basada en una convicción: la persona es lo primero y, por eso, el trabajo es para la vida. ¿Nos comprometemos a vivirlo y extenderlo socialmente?
Esta situación está deteriorando gravemente la salud mental de muchos trabajadores. Muchas personas que mantienen su empleo también sufren un grave deterioro, por la precariedad y el miedo a perder el empleo, por tener menos ingresos, por deudas, desahucios…
Desempleados y trabajadores con este miedo sufren ansiedad, autolesiones no mortales, desánimo y desesperanza profunda, más problemas con el alcohol, más conflictos familiares y rupturas de pareja…
El deterioro se produce también por el hecho de que se trabaja más horas, en peores condiciones y con salarios más bajos, con la esperanza de salvar el empleo.