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BANDERAS Y BANDERÍAS

OPINIÓN
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Creo que nunca había hablado con aquel paisano: seco como un sarmiento, con entrecana barba de tres días y al que le faltaba un trozo de una mano.  Me parece recordar que le reventó una vieja escopeta un día de caza.  Pero aquel accidente no le impidió usar ambas manos con destreza, agilidad y contundencia.  Y bien que nos lo demostró aquel día del reverdecido mes de abril en que cuatro adolescentes, aprovechando las vacaciones de Semana Santa, andábamos abriendo la madre tierra por ver sus entrañas arqueológicas.  Allí se presentó Germán Corrales Pescador, el que había nacido un día de San Teodoreto y Santa Etelfleda, allá por la sementera de 1904.  Hijo de Ti Lorenzo Corrales Esteban y de Ti Carmen Pescador Jiménez y al que algunos le decían Ti Germán “Lagartu”, por aquello de haberse casado con Ti María Cabezalí Caletrío, “La Lagartija”.

 

     La dehesa boyal del lugar mostraba un tapiz multicolor.  Reventaba la primavera por sus cuatro costados.  Ti Germán nos habló del pozo de “La Pizarrilla” o de “La Malllana”.  Un par de canterías musgosas asomaban en el paraje conocido como “Valli de loh Zarzálih”, a no muchos metros de donde nosotros encallecíamos las manos con el pico y la pala.  “Pol lo que me contaba el mi agüelu Demetriu -nos refería el paisano- esi pozu era de loh móruh y abajaba en rampa, cumu en una galería, con sus ehcalónih y tó, hahta el mehmu veneru.  D,ehti pozu y de aquel otru de “La Piedra” beberían loh móruh c,anduvun pol éhtuh terrénuh, que dendi aquí y en máh d,un cuartu de legua a la reonda, hay muéhtrah y juélligah de qu,ehtu ehtuvu habitau Dióh sabrá loh áñuh que jadi, ¡al cabu Dióh te salvi!”

 

     Picaba con tino y de recio Ti Germán Corrales.  Nosotros paleábamos.  Descubrimos dos o tres escalones.  Luego, nos fuimos a sentar a la sombra de una encina.  Ti Germán, el nieto paterno de Ti Antonio Corrales Montero y de Ti Victoria Esteban García,  fumaba picadura de “cuarterón”.  Hablaba y no paraba.  Me impactaron ciertas referencias que hizo a los años de la guerra civil: “La mi quinta se libró de la guerra, peru pol el 38, antecinu de la Nochigüena, vinun únuh mánduh y un pelotón de soldáuh y moh mandarun llamal a tóh los de la mi quinta pa que juéramuh a la plaza, a la puerta de la casa ayuntamiento.  Allí, un capitán y otro que venía con múchuh correájih y una bilba colorá y una camisa azul moh arengarun y venga que si la patria pa,rriba, que si la patria pa,baju, que si la bandera pa,rriba, que si la bandera pa,baju…, qué sé yo, tó con gánah que algúnuh que no habíamuh síu movilizáuh, mos apuntáramuh voluntáriuh”.  Y Ti Germán nos seguía relatando que ninguno dio el paso al frente ni se apuntó voluntario.  “Antóncih -nos comentaba-, el capitán noh mandó formal y mandó a un soldau que sacara cumu un clarineti y empezó a tocal la toná  de “La Banderita”, y tóh tuvímuh que il dehfilandu a besal la bandera. Y mira tú pol dóndi que, cuandu me tocó a mí besala, me vinu un ehtornú y tóh loh mócuh juerun a paral a la bandera”. 

 

     Aquel estornudo le costó, por la cuenta, al paisano unos días de arresto y el que le inflaran a mamporros en los calabozos del consistorio.  Y cuando el nieto materno de Ti Demetrio Pescador Barroso  y de Ti María Isabel Jiménez Alonso recordaba aquello se ciscaba en todos los muertos: “¡Me cagüen la madri que loh parió a élluh y a tóah lah suh bandérah!  ¡Reventáuh tenían que habel queau en la guerra, que ni un cachu cumu la metá de la mi uña pudieran habel recogíu de loh suh cuérpus pa dali tierra en el ciminteriu!”

 

     Decía el escritor, periodista, director de cine y activista político Norman Mailer que “los países fascistas siempre exhiben un gran orgullo por su bandera, y las banderas me ponen incómodo”.  Pero a quien no parece que le incomoden es a Pedro Sánchez, el secretario general del PSOE, que, recientemente, se hizo cubrir sus espaldas con una bandera gigantesca y, para más inri, rojigualda, lo que ha hecho arder las redes sociales.  He oído palabras muy fuertes de grandes amigos que tengo en las Juventudes Socialistas sobre el tamaño desafuero cometido por su secretario general.  Han alzado los puños en alto y han dicho que esto “no va a quedar así”.  Estos jóvenes, y también otros muchos miles de adultos socialistas, saben que la palabra “socialismo” es radicalmente opuesta a la llamada “bandera nacional”.  Y es que “nacional” se hacía llamar el bando fascista y golpista que ganó la guerra civil, cobijado bajo la bandera rojigualda, mientras que batallones de militantes del PSOE entregaban su vida por defender  la bandera tricolor y republicana, la que fue aceptada por aclamación popular el 14 de abril de 1931.  La otra, la rojigualda, no era sino una simple insignia borbónica, que llevaban los barcos mercantes y que alcanzó rango de nacional por decisión unilateral de la reina Isabel II.

 

     A muchos nos traen al pairo las banderas y decimos, con el poeta uruguayo Mario Benedetti, “patrias de nailon, no me gustan los himnos ni las banderas”.  No sabemos qué mosca les picará a los dirigentes del PSOE, que, en cuanto tocan poder y se echan ciertas amistades, se vuelven monárquicos e íntimos camaradas de obispos y cardenales.  Todo lo que huela a republicanismo parece  que les repele y les asusta.  Con motivos del “Festivalino” celebrado en la localidad cacereña de Pescueza la pasada primavera, acudí coordinando a un grupo pastoril de tamborileros y danzarines de Las Hurdes y Tierras de Granadilla.  Estando metidos en faena, vimos, en la plaza del lugar, a Guillermo Fernández Vara y a otro grupito de socialistas extremeños.  Un tamborilero, a sana fe y pensando que iba a agradar a aquella gente del PSOE, comenzó a tocar el himno de Riego o republicano.  El resto del grupo le acompañamos cantando a pleno pulmón.  Cuando pensábamos que aquellos socialistas, de acuerdo con el espíritu festivo de la jornada, se iban a unir a nosotros, nos percatamos que, nada más que escucharon las primeras notas, se escabullaron y desparecieron del mapa.  ¿Por  qué huyeron pidiendo en silencio que la tierra se los tragase…?

 

     Pedro Sánchez y otros dirigentes de ese PSOE que, al paso que va, se va a quedar tan solo con la “P” y la “E”, no puede permitirse hacer bandería con un símbolo con legitimidad de origen monárquica, y que arropó en su legitimidad de ejercicio a todo un bando vencedor que mandó en España con mano de hierro durante cuarenta años.  Para  esa papel ya está el PP, cuyos militantes la ondean en sus actos de partido y, cegados por su patrioterismo (que no patriotismo), la  llevan en sus muñecas o en sus carteras y monederos, mientras que la gente del PSOE hace flamear la bandera tricolor, por la que sienten un afecto nada fingido.  Ahora, el PP es capaz de exigir al PSOE que le pague un buen puñado de euros por derechos de autor, ya que le han usurpado su “bandera nacional”.  Pedro Sánchez ya ha demostrado que la tiene más grande que Rajoy.  Por lo tanto, ahora lo que tiene que hacer es prestar oídos al sentir de su gente y encontrar el eslabón perdido que ligue al PSOE con la etapa democrática anterior, que no es otra que la II República, jamás al reformismo franquista que surgió a raíz de la muerte del dictador.  Y es que este reformismo fue el que se encargó, con el beneplácito del ejército, la derecha económica y política, la CÍA, la socialdemocracia europea y otras instituciones de amordazar y domesticar a las politizadas masas obreras de aquellos años, imbuidas de un potente movimiento asambleario en las fábricas; a los sindicatos alternativos, diferentes, autónomos y libertarios; a un movimiento vecinal muy organizado y a unos movimientos sociales y universitarios claramente concienciados.  No es extraño que el sociólogo e historiador  Emmanuel Rodríguez, en su libro “¿Por qué fracasó la democracia en España?” (Traficantes de sueños, 2015), llame a la Transición “engendro democrático que neutralizó y canalizó las aspiraciones populares”.

 

     Nuestro amigo Germán Corrales Pescador se ciscó en todas las banderas y en quienes las portaban.  Por ello, él no pidió que le envolvieran en ningún trapo de colores cuando una parada cardiorrespiratoria le cortó el hilo que le unía a la vida un 15 de noviembre de 1988, en la misma fecha que eran detenidos un centenar de jornaleros del campo de la localidad sevillana de El Coronil, por pedir Tierra y Libertad, como los zapatistas y los cenetistas españoles.  Las banderas generan banderías, sobre todo si caen en manos de las derechas.  ¡Ojo, por lo tanto, el PSOE con bastardear sus legitimidades! Escuchen a Federico García Lorca cuando dijo: “En la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida”.  Libertad, sagrada palabra, ondeada siempre por fermosa hembra con ojos de la mar oceánica, negros cabellos y fuertes manos pero suaves en el calor de la caricia.


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