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LA CATALUÑA DE LOS PRIVILEGIOS

OPINIÓN
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[Img #45697]Los titulares de varios periódicos encabezaban así la noticia: “Los ‘sabios’ del PSOE piden reconocer la “singularidad” catalana”. Es evidente que esta petición ha caído como una bomba en el resto de Comunidades españolas. ¿Por qué tiene que haber una Comunidad privilegiada? Esto  implica un agravio comparativo, porque significa que no todos los españoles somos iguales, sino que volveríamos a establecer dos clases de ciudadanos, de primera y segunda, porque a unos se les permiten unos privilegios, y los otros tienen que sufrir una situación discriminatoria y sufragar esos privilegios. No es nuevo este tratamiento, que comenzó con aquel rey Borbón Felipe V, tan odiado por los catalanes, pero en cuyo reinado se concedieron a Cataluña tal cantidad de ventajas, que podríamos colocar allí el kilómetro cero del despegue de esta región; El marqués de San Felipe, cronista del reinado de este primer Borbón, escribió: “Por tantas gracias y mercedes que se concedieron se ensoberbeció el aleve( traidor) genio de los catalanes”. Y el ministro Melchor de Macanaz también apuntó esta situación, cuando es jurado en 1701 como rey en Cataluña : “Lograron los catalanes cuanto deseaban, pues ni a ellos les quedó que pedir ni al rey cosa especial que darles, y así vinieron a quedarse más independientes del Rey que el Parlamento de Inglaterra.” Vara de medir que no tendrá con los castellanos, extremeños, valencianos o gallegos, sobre los que caerán todos los prejuicios derivados de algunos de estos privilegios.

 

Pero vayamos por partes. Uno de los argumentos que utilizan los independentistas catalanes es la no existencia histórica, como nación, de España, como si Franco con lo de “Una”, hubiera sido el artífice de este ente.

 

“Majaderías de indocumentados” han llamado varios ilustres historiadores a ciertas afirmaciones que se han divulgado durante estos años, con la pasividad de los gobiernos centrales de turno. Lo peor no es que sean indocumentados, sino que fabulan a sabiendas de lo que no es, que es peor. Toda afirmación histórica, tiene que estar respaldada por unos datos de los que se parte para construir una escena. Aun así, hay que mirar si existen otros que los contradigan y si hay circunstancias interesadas que los hayan contaminado, por lo que hay que tomarlos con todas las precauciones posibles. Esto, que constituye el abc del principiante en asuntos históricos, se lo han saltado olímpicamente, en Cataluña, señores que tienen un título y hasta un doctorado. Que debieron dárselo en el mercadillo del martes, cuando pasaban por allí ¡Oiga que me los quitan de las manos¡,¡ tengo doctorados¡ y que ponen al servicio de políticos interesados,  de maneras peores que los viejos aduladores que conocemos a través de la historia y que no se atrevieron a cambiar los acontecimientos, aunque glosaron la figura del rey o de los personajes que les proporcionaban dinero, honores o cargos. Lo peor, no es que sean majaderías de indocumentados, sino que como ha ocurrido en algunas ocasiones, pasan por alto documentos, si es que los conocen, para afirmar cosas absurdas y falsas, que sustentan las fantasías nacionalistas.

 

De ahí que, de modo escueto, apuntaré unos pocos datos para mostrar que ha sido en realidad la Historia de Cataluña.

 

Existe una negación de pertenencia y sentimiento a una nación común, hasta fechas cercanas, por parte de los nacionalistas, haciendo surgir esta situación de unidad, sólo a partir de la Constitución de Cádiz.

 

Sin embargo se puede rastrear este sentimiento, ya desde la época romana. En el monumento levantado en Roma a nuestro gran auriga Diocles, el emeritense era definido como: C(aivs) Appv]LEIVS DIOCLES … [nati]ONE HISPANVS LVSITANVS. O sea, que Cayo Apuleyo Diocles, era hispano de nación y lusitano.

 

Cualquiera que conozca la historia romana, sabrá de la existencia de un lobby hispano, sobre todo en la época de los emperadores romanos, que se apoyaban entre ellos. Al emeritense Deciano, hombre ilustre como abogado y poeta, acudía el poeta aragonés de Bilbilis ( Calatayud) que vivía en Roma  en solicitud de ayuda, porque lo consideraba amigo, “ Emerita Deciano meo” y esperaba que le proporcionara medios económicos, de los que andaba muy escaso.

 

Este sentido hispano, continuará en la época goda, en la que podemos encontrar en los Concilios de Toledo a todos los obispos  y a algunos abades de toda Hispania. Allí aparecen desde el gran obispo emeritense Maussona, en el III Concilio de Toledo, el de la conversión real a la fe católica, firmando debajo del rey Recaredo. Hasta el abad Quirico, que luego sería obispo de Barcelona y posteriormente de Toledo, que escribió un Himno a Santa Eulalia de Barcelona, Fulget hic honor sepulcri , fechado, aproximadamente, en el 660, convirtiendo a la santa emeritense en una Santa dúplice.  Los supuestos restos de Santa Eulalia fueron localizados en 878 por el obispo Frodoino en la iglesia de Santa María de las Arenas -que hoy es la Basílica de Santa María del Mar-, organizándose un solemne traslado a la catedral. En el siglo XIII las reliquias pasaron a la cripta de la Seo, reposando dentro de un nuevo sarcófago gótico de estilo pisano

 

Tras la invasión musulmana no se pierde este sentido de pertenencia y la posterior creación de los reinos cristianos, no crea un sentimiento nacionalista exclusivo, sino que se mantiene la idea de una nación común, tal como se  constata en los documentos.

 

¿Cuándo entonces empieza esa locura nacionalista? Se podría pensar que con la rebelión de los Segadores con Pau Claris  aprovechando esta para crear   una República Catalana en 1640 bajo la protección francesa. La revuelta de los segadores sólo fue un movimiento social, solicitando mejoras salariales a los terratenientes, y  que estos supieron encauzar contra España, utilizando  el malestar de la población por la obligación de mantener a los soldados, obligación que se hacía en todas partes. El centralismo francés, y la llegada de burgueses y mercancía franceses, relegando a los catalanes, les hizo pedir ayuda a España, convirtiéndose en más españolistas que ninguno, de ahí que la llegada de los Borbones franceses, con Felipe V creó un ambiente en contra que [.]el Borbón intentó solventar contra los intereses del resto de la nación.

 

Pero de esto ya hablaré la próxima vez.

 

 

 


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