ULTIMA LECCION DE DON ABILIO

[Img #48924]Poco o muy poco queda de la última lección del buen profesor del “Insti”, Don Abilio, lejísimo eco colgado de las telarañas del tiempo, en el Cáceres, pendiente del salto a la modernidad, cuando entre los muros de la “Vieja Norba”, en sus palacios pétreos, Don Abilio Rodríguez Rosillo, se despedía de sus alumnos en ese magno edificio de nuestro Instituto, abierto a la ciudad y a La Montaña, que se enseñorea con su estampa pétrea, su orgullo renacentista, naturalmente, con un toque mágico donde el tiempo deja su sello inmortal ante un reloj de sol y muros que albergan las grandezas y miseria humanas en sus palacios. Cuánta herencia le debemos al “Insti”, con un elenco de profesores que aún pasean por nuestra memoria, como recordamos algunas palabras y pasillos donde dejaríamos colgada de la percha la adolescencia y esas miradas de ventanas que otean La Montaña. Años de sueños y ensueños, rostros que emergen del archivo adolescente, figuras del misterio del tiempo, estampas sepias del cuaderno de la nostalgia, camina en los lejanos paseos de la memoria, don Abilio, que lo veo como un cuadro simple de Dalí al óleo. El genio del pintor sería vecino de don Abilio en aquel Figueras, atormentado quizás por los efectos del viento de la Tramontana, para trasladar sus pasos en esta Vieja Norba, como un segoviano romántico en la despedida del siglo XIX.

 

Esa estampa la guardo en mi colección retrospectiva de imágenes, sus palabras, los paseos por un gran predio – donde le acompañaría, supongo que por botánica -, no lejano de la Plaza de Colón, pero con la mirada a La Montaña, tardes y tardes – y lo mismo haría, no recuerdo el por qué en el Algibe, tal vez en busca de ranas para experimentos, con aquella estampa de traje negro y sus gafas de la época. A veces, me preguntaba qué hacía yo, junto a este hombre de otra época… Y sus palabras de otro tiempo en la joya pétrea del aljibe, – los Rainieros lo visitarían años más tarde -. Eco de latines de las monjas de clausura, figuras que entraban o salían de la iglesia de San Mateo, campanas y cimbalillos, al lado el Víctor del General Franco, asomado al balcón, en un Cáceres enfervorecido, en fin, joya medieval guardada en el cofre amarillento de mis neuronas, la senda del “Insti”, la bajada y el padre José con pecadores de alivio, por su mal castellano.

 

Veinticinco paginitas, como un devocionario, abreviatura de su sabiduría  condensada en un pequeño, pero brillante opúsculo: “Ultima lección” del catedrático Dr. D. Abilio Rodríguez Rosillo, 22 –II – 1961. Así se despedía este sabio alcarreño con “Abejas y Flores”. Qué riqueza como el polen, que me gustaría que brotara en estas humildes palabras. Cuánta sabiduría en veinticinco páginas, qué amor, qué profundidad como quien es un coleccionista de abejas – qué feliz habría estado él en la Alcarria –; y esas flores como jardinero mayor de la tierra –, la ruta de las abejas para localizar las flores, cuánta Naturaleza, que “el 22 de abril de 1915 iniciaba mis tareas académicas en el Instituto de Figueras (…) “Hermosa flor de esta bendita tierra, que hasta en sus ruinas tiene albergue la poesía”. Y cita y se despide de Gabriel y Galán, primer cantor de las tierras extremeñas… Adiós Instituto.” Y hasta siempre, Don Abilio, entre su flores.

 

Al generoso amigo, Julián Manzano, por el regalo de “La última lección” de Don Abilio.