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REQUIEM POR EL GRAN PINTOR VEGA OSSORIO

OPINIÓN
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[Img #49048]Qué te ha pasado José Vega Ossorio, que tengo tus colores en mis ojos, festín poético de tus pinceles, como si se los hubieras robado al paisaje mayor de Extremadura, tan hecho como estaban, tus pies y tus manos, a esos desahogos entre las encinas – la mirada, por supuesto-, a esa exposición de colores, que te quedabas, quieto y solemne, ante una puesta de sol o prendiendo, en tus pupilas, la variedad del color, como si, en esas estancias, hallaras parte de ese estudio, donde jugabas con los colores en tu paleta, los captaras con arte y, lentamente, como amante dorsiano de “la obra bien hecha”, colgaras de tu retina esas puestas de sol o el paso solemne del Güadiana, cuando acaricia, con sus juncos, su paso por Mérida, donde verías la luz – tristemente apagada ya para ti -, como un Dios menor de robarle a la Naturaleza esa pirotecnia silente de adioses, que se dormían con los ocasos, en los lienzos de la tierra donde nacían los Dioses. Cómo conocían tus pasos.

 

Siempre hablábamos de la tierra y del arte, como si tratáramos de robarle encanto en las besanas y recuperar esa infancia perdida – perdemos tanto, pero hay grados, sin embargo –; tú en la romana Emérita y yo en esa gran moneda del sol que se va, con fados, por el oeste laurentino de la Sierra de Gata. Aquel corpachón tuyo, aquella estampa de hombre machadianamente bueno, no sé qué recuerdos aletean como estorninos en mi memoria, cada vez más olvidadiza, sin embargo, se exponen y brillan en  mis células ya cansinas, esa obra tuya, qué gran obra, qué sello en tus pinceles, que plasmabas amaneceres, atardeceres, bodegones y paisajes, sí, como quien hace de la vida la belleza de los colores – la Naturaleza imita al arte -, que un pequeño cuadro tuyo vela mis horas y qué lirismo, que color, qué luz, pintor grande de Extremadura, que te llevaban tus pies por esas besanas para expandirlas en el lienzo.

 

[Img #49049]Bien reconocida está la obra de tu paso por esta tierra, además de tu bondad y hombre machadianamente bueno. Sin embargo, Pepe Vega Ossorio, qué te pasó, cómo no tuviste unas palabras para este humilde escribidor. Me queda tu dedicatoria: ”A Juan Antonio, con cariño”. Una joyita de pincel poético, nacida de tus manos, donde habría toques de Zurbarán, pero, especialmente, tú sello, poético y colorista, como quien le ha robado tanta luz a esa tierra nuestra.

 

Gozaste del reconocimiento de los premios más importantes: desde “Blanco y Negro” de Prensa Española a otros tantos de renombre nacional, el BMV… Y es que, en esas telas, dejabas el lirismo del color, nos alegrabas y alegras, cuando la mirada se prende en esa cautivadora luz, serena y atractiva.

 

Sé que nos has dejado en este Madrid, ya ni “poblachón manchego”, “rompeolas de todas las Españas”, que, además, eras un buen cazador y gozabas de los retiros en ciertas dehesas. Amigo mío, no sé qué viento te ha llevado… Ni el huracán que arrebató ese mocetón de bondad y arte. Espero que, un día, me recibas, cerca del Padre, con un manojo de colores. Sí, José Vega Ossorio, – Pepe – pintor mayor de la tierra donde nacían los Dioses. Por eso pido un réquiem por un alma buena, como quien nos nubló la mirada, rapsoda mayor de colores. José Vega Ossorio: ¡Qué la tierra te sea leve!.


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