El filósofo alemán Nietzsche profetizó que la sociedad del siglo XX se situaría por encima del bien y del mal. No ha sido así, antes al contrario, tanto en el pasado siglo como en el actual las modernas sociedades se han impuesto unos principios de conducta que más bien responden a lo que el citado filósofo llamó:”ética o filosofía de la moral”. Los principios que rigen las democracias de los países civilizados.
Uno de esos principios es el de la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley lo que implica la prohibición de cualquier discriminación por razón de raza, religión o sexo, consagrado en todas las Cartas Magnas de los pueblos avanzados. El artículo 14 de nuestra Constitución es muy completo en la prohibición.
A pesar de ello con frecuencia se producen desigualdades flagrantes por razón de religión o de sexo como sucede cuando se paga un salario menor a la mujer que al hombre por idéntico trabajo o se despide a una trabajadora al advertir su embarazo, si bien hay que señalar que Jueces y Tribunales se pronuncian contra los hechos que conculquen la igualdad, interpretada como esencial o real ,perfilando conceptos jurídicos tan importantes como el de la discriminación indirecta, nacido históricamente en los inicios de los años setenta y ya muy arraigado en las legislaciones de occidente. Se ha desarrollado en los últimos años especial sensibilidad sobre la violencia contra las mujeres aunque tenga poco éxito en la práctica, o al menos eso parece. Hay que extender la prohibición a aquellos actos o medidas aparentemente neutros pero cuya aplicación produce un impacto adverso sobre el colectivo femenino si nos situamos en él, siempre que tales actos resulten sin justificación suficiente ,probada, proporcional ,es decir carentes de razonabilidad y que la medida sea necesaria para conseguir el objetivo propuesto y no existan otros medios con menor efecto negativo .Sin duda, son discriminaciones menos visibles, más sutiles y difíciles de detectar .
Desde hace algunos años se conmemora el Día Internacional de la Mujer recordando a todas aquellas que sufren por su condición femenina. Algunos tratadistas atacan esta práctica porque significa que aún sigue existiendo la discriminación y mantienen que recordarla no resulta práctico o sirve para muy poco.
Eso no es así. Elegir una fecha para recordar siempre es una alusión al fracaso de la sociedad en cuanto a solucionar los problemas candentes de nuestro colectivo. Es un aldabonazo que pone de relieve el interés por una causa. No nos parece mal dedicar un día a la madre o al padre, a los abuelos y a los enamorados. Precisamente el pasado 6 de febrero se dedicó el día Internacional de Tolerancia Cero contra la ablación de los órganos genitales de la mujer, Mutilación Genital Femenina (MGF). Una práctica que continúa en 29 países de África y otros muchos en Asia donde está arraigada y que han sufrido más de ciento cuarenta millones de niñas, calladamente, sin que nadie se estremezca. Una operación de lo mas cruel, también llamada circuncisión faraónica o infibulación que se basa en la extracción completa del clítoris además de incluir una costura en ambos costados de la vulva con alambre o hilo de pescar, lo que produce a las menores, a veces muy niñas, infecciones agudas, mala cicatrización ,la formación de quistes, incluso puede ocasionar la muerte por colapso hemorrágico, pero es que hay más: el sufrimiento de la intervenida no concluye el día de la brutal operación ,continúa a lo largo de la vida sufriendo grandes dolores y dificultad de control de esfínteres. Produce ,además, un daño psicológico irreparable.
Es necesario que, siempre, pero especialmente en los días que se han dedicado al recuerdo de esta intolerable barbaridad, se clame contra esta práctica. En España se han producido muchas denuncias pero sigue existiendo esta locura ,perseguida por demandas de médicos y por Jueces y Tribunales.
Según los expertos la práctica no se fundamenta en ninguna religión.Yaratullah Monturio, especialista en textos coránicos, explica que la Mutilación Femenina es muy anterior al Islam y no forma parte de las enseñanzas islámicas a pesar de que algunas etnias de diversas espiritualidades han continuado con la costumbre ancestral. Las justificaciones basadas en la religión están en desuso, según este autor. Hay que acabar con todas las torturas y esta que se inflige a niñas sobre su pequeño cuerpo debe erradicarse por imperativo moral. Por cierto, hace solo unos meses la grave intervención ha sido prohibida en Nigeria. Deseamos que se extienda este rechazo. Hay que erradicar esta grave práctica que sufren niñas cada vez más pequeñas. Un verdadero horror.
GUADALUPE MUÑOZ ÁLVAREZ ES ACADÉMICA CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADEMIA DE JURISPRUDENCIA Y LEGISLACIÓN