ANTE LAS NUEVAS ELECCIONES DEL 26J

El 27 de octubre de 2015 se publicaba en el Boletín Oficial del Estado (BOE) la disolución del Congreso de los Diputados y del Senado y la convocatoria de elecciones. Transcurridos seis meses, el próximo martes 3 de mayo de 2016 se publicará en el BOE la disolución del Congreso y Senado convocándose nuevas elecciones que tendrán lugar el domingo 26 de junio de 2016.

 

Durante este tiempo y hasta la futura formación del gobierno (o eso ansío), el estancamiento institucional ha sido y será notable, pero la pregunta es si la repetición de las elecciones garantiza la gobernabilidad, pues imaginemos que nos encontremos en el mismo escenario a las 20:00 horas del 26 de junio.

 

La celebración de nuevas elecciones no es la solución para la gobernabilidad, es más, las fuerzas políticas obtendrán resultados similares a los conseguidos el 20D.

 

 Por tanto, me siento decepcionado, desencantado, desilusionado, contrariado y, hasta frustrado, con este proceso de negociación fracasado  para alcanzar un pacto de gobernabilidad.

 

 La decepción no es achacable a un único partido, sino a todos los órganos de decisión de todos y cada uno de los partidos que concurrieron a las elecciones, pues unos por activa y otros por pasiva han desencadenado la situación política actual.

 

 Los electores ansiaban un nuevo tiempo, una nueva forma de hacer política, y no me refiero a los que algunos llaman “la nueva política” o “la vieja política”, pues no creo en esa diferenciación, pero sí creía en la “sabia nueva”, que junto con los que estaban, no han sido capaces de gobernar este país.

 

 Pues gobernar es dirigir, conducir, y los actuales equipos de dirección de los partidos no han conseguido ni liderar ni guiar la política de este país, por ello, mi contrariedad y desesperanza con todo lo ocurrido.

 

 Aunque lo más dramático que le pudiere ocurrir a nuestra democracia es la desmovilización y, que el 26 de junio, la participación en las elecciones sea considerablemente inferior a otras citas electorales, esto es lo que sería un auténtico drama.